Un hermano de padre y madre de Ombú, padreando |
Siempre he buscado excusas para no ir a "Lo Álvaro", pero en mi último viaje al campo sevillano la visita fue inevitable y bien que me alegro, porque volvió a mi recuerdo un toro bravo, para mí, único. Nuestros prejuicios como aficionados muchas veces nos han hecho perder el norte de lo que es el toro y lo que son los encastes y eso que yo creo que no soy de los que pecan de extrema ortodoxia en ese sentido.
Disfruto lo mismo, tal vez de otra manera, viendo un bravo de Dolores Aguirre como vi el otro día en el ciclo que organizó el club Tres Puyazos (a lo mejor si hiciésemos una puesta en común no coincidiríamos en cual de ellos fue para mí el verdaderamente bravo), que viendo uno de Juan Pedro metiendo los riñones en el jaco y queriéndose comer la muleta después.
Y la verdad es que ya han pasado unos cuantos años y no puedo olvidarlo porque fue un gran toro que definió a la perfección Zabala de la Serna, que digan lo que digan, muchos o pocos, de esto sabe:
"Ombú. Qué nombre más rotundo para tanta belleza. Una pintura jabonera, un cromo de armonía veragüeña. El toro cincelado por Dios. Habitaba en su interior la bravura, la casta envuelta de calidad. De principio a fin con la boca cerrada. Ese tópico que se hacía verdad. La humillación cierta como el empleo en todas las suertes. Ombú en el caballo empujó con estilo y riñones. Como lo había hecho en el capote de Luis David Adame. En las templadas verónicas del saludo y en las arrebatadas chicuelinas de manos bajas, esa bravura de no hacer ruido. Deslizante y sedosa, sin una sola renuncia"
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Opinar: del latín "opinari".
(No desvirtúes su significado)