viernes, 3 de junio de 2011

Fin de fiesta

Disfruté ayer con la corrida de Cuadri. No, no es que me guste ver pasar miedo a los toreros ni que les enganchen de malas maneras, lo que ocurre es que cuando hay toros y casta (la casta y la bravura son dos cosas diferentes que algunos parecen no entender), todo lo que se hace bien en el ruedo tiene importancia, y mucha más lo que se hace mal, porque cualquier pequeño detalle puede hacer que el astado se te acabe comiendo, o  se acabe rindiendo a la pañosa.
El Fundi ayer no estaba para miedos, no quiso tragar ni jugársela y no se si hizo bien o mal. Ese primer toro, Aragonés de nombre, era un mal bicho, pero tal vez poniéndose de verdad y aguantando arreones hasta someterlo hubiese roto de otra manera. No lo se, la verdad es que era muy complicado. A su segundo no lo quiso ver y lo demostró claramente masacrándolo en el caballo.
El vasco Fandiño está hecho un tío. Lo ve claro, se pone, se siente, arriesga y por eso Madrid se lo agradece. Me gustó mucho más en su primero que en su segundo precisamente porque el segundo tenía más y mejores muletazos  y por la zurda acabó pudiendo el toro. De todos modos, la oreja justa justísima recompensa a una tarde en la que fue todo verdad.
De Aguilar me quedo con su carita de miedo, que no le impide estar ahí. Quizá la empresa fue excesiva para el torero, pero por lo menos traga aunque luego no pueda. A ver si con el tiempo y si no le sacuden demasiado consigue poderles a estos bichos, porque me da la impresión de que a éste le van a poner en muy poquitas de las de lucimiento estético.

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