viernes, 10 de mayo de 2013

Solitude



Así me dijo que se llamaba una preciosa muchacha en uno de mis viajes a la Bretaña francesa hace ya unas cuantas primaveras: Solitude. Significa soledad, esa soledad que ayer estoy seguro que sentía Urdiales en el ruedo, ante una nueva mansada, una más, que le tocó en suerte en el coso venteño y de entre la mansada, también hay que decirlo porque la cosa "ya huele",  los dos peores.
Quienes lo vemos desde el tendido sufrimos porque obviamente siempre quieres lo mejor para un amigo, pero a pesar de ello y de la mucha energía positiva que le enviamos, Diego está ahí abajo solo  tragándose en la única compañía de sus pensamientos, esos sapos y culebras que se le tienen que amontonar en el cerebro mientras ve como se le va otra tarde por no tener la más mínima opción. Tiene que ser duro, muy duro.
Habrá quien le exija más actitud, más determinación o más aplomo  y lo entiendo, de verdad que lo entiendo, pero llegados a este punto, mi respuesta es "y qué?", que cambia?, el resultado de la corrida?, en absoluto. Ayer hubo lo que hubo en Madrid y se vio lo que se vio porque faltaron toros para un torero y de todos es sabido que esta dicotomía, sin uno de los dos actuantes, no funciona aunque el torero se deje el alma en el ruedo.
Confío en Urdiales, y me gustaría que Madrid siga respetando y esperando a este torero. Lo crean o no, él y nosotros, sus amigos, estamos convencidos de que algún día, llegará.

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