lunes, 3 de marzo de 2025

Ganadería Virgen María: Una aldea gala en Guillena


 



El sueño de Jean Marie Raymond comenzó en el sureste Francés, pero pronto descubrió que el sur de España era el paisaje que quería para sus toros, como lo quieren otros tantos ganaderos de la tierra. Nuestro "Abraracúrcix" particular se trasladó primero a Constantina y finalmente a la sierra norte de Sevilla y encontró en Guillena, el lugar ideal para establecer su fortaleza, rodeada de unas cuantas ganaderías de la tierra.



He tenido la suerte de visitar muchos enclaves de bravo, pero he de reconocer que nunca había visto tanto respeto por la naturaleza y por los animales como en ésta y eso que el tópico que mejor define a un ganadero, o a un simple aficionado, es el amor al toro.

Mi llegada a la dehesa "El Serrano" se topa de bruces con un montón de gente que por lo visto van a una montería. Pronto acude a rescatarme Irene, la hija del Mayoral, que nació con una sonrisa permanente y con una amabilidad poco habitual en los tiempos que corren.

La visita que en principio iba a ser "típica" pronto se convierte en "atípica": antes de dar de comer al ganado, y visitar los cercados, hay que crotalar a los becerritos que todavía lucen en sus orejas la "matrícula" provisional. Irene, acompañada de su padre, Andrés Tirado, un mayoral con la experiencia de haber estado muchos años en casa de Don Victoriano del Río, se pone a la faena junto con un joven vaquero que realmente lo que quiere ser es torero y que  abandonó sus tierras castellonenses por vivir la aventura del toro empezando por el principio: su crianza.



Se trabaja rápido, pero con método. Previamente se han repasado los libros y todo está controlado. Se separan las vacas de sus crías y se introduce en la manga a los animales. El ruido es ensordecedor: las madres llaman a los hijos y los hijos llaman a las madres. 







Terminada la faena, hay que cortar un camino de paso para que la vacada pueda acceder a los ya ricos pastos de la dehesa.




Previo a la comida de los animales y como dice Andrés porque en el campo nunca se para hay que revisar la bomba que regula un depósito de agua porque los animales se han comido el cable y no funciona bien. Para que no digan que los mayorales sólo van a caballo con una guitarra, os cuelgo la foto que da fe de que esto no es así.



Después toca coger el pienso, hay que cargar los sacos para dar de comer a gran parte de la camada mayor. Ya no se llevan por separado a los del Marqués de Domecq, porque el ganadero cree en un proyecto único y busca buenos resultados al mezclarlos cual druida Panoramix, con lo proveniente de Jandilla, Victoriano y Daniel Ruiz.

Los novillos y toros que veo, se me antojan armónicos, sin estridencias, bajos de manos y sin encornaduras exageradas. Me comenta Irene que ella es partidaria de una fiesta en la que se pueda disfrutar tanto del toro como del torero. Tenemos la compañía de unos amigos de Mont de Marsan (qué aficionados son nuestros vecinos) y al final acabamos hablando todos en francés, por aquello de que estamos en el reducto galo de la bética

El que más me gustó




















La verdad es que yo pensaba irme  después de la visita, pero resulta que en la ganadería existe la posibilidad de comer e incluso dormir, porque también está habilitada como casa rural. Recomendárosla va contra mis principios, porque cuando encuentro algo bueno de verdad no lo cuento a nadie, pero en este caso merece la pena hacer una excepción y compartir, así que os dejo el enlace por si estáis interesados  https://www.ganaderiavirgenmaria.com/

La comida además de estar muy buena, nos relaja y el ambiente es distendido. El sentido del humor del mayoral y las continuas bromas que gastamos, hacen que me sienta como en casa y que por un momento piense en lo feliz que sería yo viviendo allí.

Menos mal que no me lo pidieron.

Mil gracias.



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