sábado, 1 de noviembre de 2025

Lo viejo



Si uno se pone a pensar, ejercicio que de vez en cuando conviene llevar a la práctica, una misma expresión puede tener significados antagónicos:

Algo viejo puede ser inservible, puede estar roto, estropeado, sucio, descompuesto, pasado de moda, rancio, andrajoso, desaliñado...

Pero algo viejo también puede ser muy valioso.

De un tiempo, escaso, a esta parte, las redes sociales están poniendo en valor, más si cabe, todo aquello y a todos aquellos que son, o han sido el fundamento y la esencia del toreo.

Muchos aficionados, sobre todo jóvenes, descubrieron a Curro Vázquez en el festival homenaje al Maestro Chenel. Y si analizamos lo que ocurrió aquel día, lo podríamos resumir en dos palabras: naturalidad y torería. Frascuelo o el propio Curro son viejos, indudable e innegable, pero cómo llenaron cada milímetro de ese ruedo cuando rompió el paseillo. El resto, incluido el maestro Rincón que calza ya sesenta tacos, digamos que sólo son mayores, aunque a los ojos de algún neófito venteño sean también reliquias.

En el toreo siempre hemos vivido del pasado, sobre todo cuando poco a poco nos vamos haciendo veteranos y aprendemos a distinguir el oro de la paja. Idolatro (aquí ya lo he dejado escrito más de una vez) a Pepín Martín Vázquez, a Rafael el Gallo, a Juan Belmonte y aunque a regañadientes, también a José y a Curro y al Maestro Paula y a Mondeño y al Viti y a Camino... y a unos cuantos más que no nombro por no cansar. Y precisamente por esa adoración, sigo buscando en el presente esas gotitas de lo viejo, de lo que engancha, de lo que recuerda qué es el toreo.

Esta foto que he subido y que estos días andaba pululando por las redes sociales, ha sido la que ha inspirado estas líneas. El paralelismo entre el flamenco y el toreo es más que patente, pero no por lo tópico: cantar por Mairena o por Caracol no tendría sentido si el intérprete no aporta su corazón en el envite y lo mismo ocurre en el toreo. Rancapino Chico no es su padre, ni lo pretende, lo mismo que Urdiales no pretende ser Romero, pero a los cuatro les une un término que es esquivo para muchos de nosotros: el sentimiento.

Lo viejo siempre estará de moda en el toreo, pero no nos equivoquemos, no es añoranza, es la esencia.





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