miércoles, 14 de diciembre de 2011

División de opiniones.


Supongo que como era de esperar y como en todas las llamémosles "polémicas", hay opiniones para todos los gustos en el asunto "Arnedo Arena 2012". Leo  multitud de comentarios, interrogantes sin respuesta, afirmaciones sin la mínima base de realidad y algún que otro improperio en relación con la no contratación de Urdiales.
Lo cierto es que al margen de todo ello, el sentimiento que me embarga a mí y a otros muchos es de tristeza. No ya porque el torero actúe o deje de actuar en las corridas de marzo, sino porque en esta pequeña Comunidad en la que resido no hay grandes eventos taurinos a lo largo de la temporada y este "acontecimiento" que llevaba camino de consagrarse como el referente invernal de las ferias taurinas, se puede ir al garete para siempre "gracias" a factores  externos ó internos, según se mire.
Creo sinceramente que no merece la pena cargar tintas, que es mejor que cada palo aguante su vela y que cada palo reflexione sobre lo acontecido que es muy fácil de analizar y sintetizar. El resultado está a la vista: Por un lado tenemos a tres tenores que de momento cantan sin micrófono porque ha tenido más trascendencia lo negativo, lo que no debiera haber ocurrido; y por otro tenemos a toda la afición de Arnedo opinando aquí y allá, unos a favor del Alcalde, otros en contra, otros poniendo la mano en el fuego por Jose Pedro Orío y otros ensañándose con Diego Urdiales. Quien tiene razón?, pues supongo, que como en tantos aspectos de la vida, cada uno tiene la suya porque hoy en día es difícil convencer a alguien de que tu verdad es mejor que la de tu vecino, por eso en estos casos siempre recuerdo una frase de un libro  de Antonio Tabucchi: "la verdad vive sola porque no econtró marido", porque nos guste o no, lo cierto es que verdad sólo hay una.
Al final con tanto disenso, está claro que quien pierde es toda una ciudad y cómo no,  el aficionado que ve como un proyecto muy bonito que podía haberse consolidado, ahora está en el aire. Una lástima, una verdadera lástima, sobre todo cuando hacer las cosas "bien" hubiese sido lo más sencillo.

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