domingo, 24 de noviembre de 2024

Ganadería de Pincha: Presenciando un milagro


Foto: Fermín Sagüés


Tengo la grandísima suerte de ser bien recibido en casa de José Antonio Baigorri y cuando asisto a sus tentaderos,  disfruto tanto como uno de sus negros cochinos disfrutan cuando se rebozan en el barro.

Ayer el compromiso era importante, había que abrir una nueva caja de Pandora y esperar a que con mucha suerte, quedase en ella la solitaria esperanza que encierra el secreto de la bravura. Según la mitología griega, Zeus, que tenía sus ramalazos de mala leche, regaló a Pandora, quien se esposó con el hermano de su archienemigo Prometeo (robó el fuego, se lo dio a los humanos y eso a Zeus le sentó como un tiro) una caja con la condición de no ser abierta, pero la curiosidad femenina de Pandora, desobedeció y procedió con su apertura a liberar todos los males del mundo. Cuando la cerró, sólo quedaba en ella una virtud: la esperanza, esa misma  que albergaban ayer José Antonio y su hija Patricia, por encontrar un nuevo semental para la ganadería.

Y la esperanza se tornó realidad encarnándose en un eral que apunta buenas hechuras, de capa negra, algo salpicada, sin llegar a burraca, yo más bien definiría como muy meano y bragado,  quizá no demasiado largo de cuello, pero con un fondo  que a muchos de los asistentes, creo que todos, nos dejó boquiabiertos.

Nueve entradas al caballo de Juanma Sangüesa, de lado a lado de la placita de tientas y por supuesto contra la querencia, dejaron patente la bravura del animal, quien en las últimas reuniones, empujaba todavía con más clase que en las primeras. Imposible anotar un defecto en el jaco, del que costaba un mundo sacarlo a la llamada de las ramas de ese olivo, símbolo del que no quiere más guerra, que Noé Gómez del Pilar y el Piqui, esgrimían para evitar que el burel viese una tela antes de tiempo, no fuera a ser que el ganadero no decidiera "quemarlo" por no cumplir todas y cada una de sus exigencias.

Visto lo visto, a nadie sorprendió la clase que el eral fue desarrollando desde que Gómez del Pilar le fue marcando los caminos. Humillación por ambos pitones, colocando la cara, como se dice en terminología moderna, con mucha fijeza y arrancándose con buen galope en la distancia media, llegando muy templado al embroque y rebosándose en los finales. Entregado de principio a fin, siempre con el morrito por delante, como me gusta a mí y agradeciendo la exigencia de embestir por abajo.

Sólo Jose Antonio y Patrica saben si padreará, si ha cumplido sus expectativas y quién sabe, si lo hará con la becerra que se tentó en último lugar, con muy buenas virtudes, ya que si bien costaba "soltarla" al inicio de faena de muleta, se entregó mucho al final. La becerra en cuestión, nunca fácil,  dio lugar a más de una discusión (deliciosa) en los corrillos que al calor de la candela y del vinito, se formaron tras la tienta.

Si tuviese que recomendar un libro sobre la cría del toro, sería el de Don Álvaro Domeq y Díez "El toro bravo". Del mismo os extraigo un parrafito que resume lo difícil que es ver lo que vimos ayer:

"Muchos toros de buena nota y trapío y con casta, tipo y nobleza, no dan el juego esperado durante la tienta debido a un sinnúmero de factores, como son la alimentación, temperaturas, estado de salud y finalmente la forma en que el animal sea tentado"..."¿a qué otras pruebas podríamos acogernos los ganaderos, que nos proporciones datos más fehacientes, y componer nuestros libros genealógicos de ascendencia?. No existen."


lunes, 7 de octubre de 2024

Alberto Donaire: Dando la cara

Foto: Carmelo Bayo



Desde que apenas levantaba medio metro del suelo, ya quería ser torero y nos dejaba a todos boquiabiertos con su toreo de salón. De no haber tenido la suerte de tener los padres que tiene, seguro que más de uno hubiese querido hacer "negocio" con él. Son superdotados para el toreo de los que ya hemos tenido más de un ejemplo a lo largo de su historia, pero no dejan de ser niños y sobre todo, no dejan de ser personas. 

El sueño de Alberto pasaba por formarse en una escuela taurina y la elección final fue Valencia. Sus padres no lo dudaron y él ha sabido, poco a poco, sin prisa pero sin pausa, refrendar la confianza que ellos le depositaron. Ahora es el alumno más destacado de la escuela y ya con caballos, va demostrando día a día que va a ser torero. 

Este sábado precisamente estuve con él y con su padre en la ganadería de Carlos Lumbreras. Está con mucha confianza y va sobrado con las becerras. Prueba cosas nuevas y vive en un constante aprendizaje, lo cual dice mucho y positivo de Alberto.

Ayer, mientras Las Ventas parecía un campo de fútbol con un encuentro de esos calificados de alto riesgo, mientras tres tíos se jugaban la vida y uno de ellos se llevó una cornada que ha salido en todos los papeles, un tipo modesto que sueña con ser matador de toros, también se llevó un tabaco gordo entrando a matar o morir a un novillo de Cortijo de la Sierra en el coso de la calle Xátiva. Me cuentan que le tocó el lote más duro y por las pocas imágenes que he podido ver, Alberto peleó como un león. Se llama vergüenza torera. Ya me contaron de su positivo paso por el Zapato de oro (un servidor estaba con drenaje pero no de cornada) y me consta que él sobre todo lo que busca es ser fiel a sí mismo y a su concepto, lo cual a lo mejor no sirve para ser torero porque esto está muy difícil, pero evidentemente, sirve para algo más importante: ser persona.

Leo en sus declaraciones que no hay ni un atisbo de desánimo, así que, es el momento de seguir confiando y de seguir luchando para conseguir llegar a esa meta que es el toreo. Esto es un bache en el camino y supongo, Dios no lo quiera, que llegarán más, pero estoy seguro de que la recompensa, merecerá la pena.

Eres un orgullo para nosotros.

miércoles, 25 de septiembre de 2024

Feria de San Mateo. Cuarta y última de abono. Roca Rey vs. Aguado

  


Cuando ayer me dirigía hacia la Ribera con mi amigo Pablo García Mancha, con el que voy pasando los años y las conversaciones a veces livianas, otras profundas pero siempre interesantes, observábamos a un grupo de jóvenes cuya vestimenta, zapatos y peinado nos hicieron pensar que hacían  juntos un macropedido online a Cortefiel y Sebago y que después lo estrenaban yendo al mismo peluquero. Nos preguntamos a cuál de los tres toreros habrían ido a ver. Pablo, por su parte añadió que también podrían ser seguidores de Ricardo Gallardo. El caso es que nos quedamos con las ganas de saberlo, pero con la agradable sensación de que hay más de un torero que lleva al público joven a la plaza. Es decir, que si esto sigue, hay relevo.

Nueva tarde de buena temperatura, la camilla intacta, el techo de la plaza cerrado, el ruedo que parece la playa de la Malvarrosa de arena que acumula y las mismas luces que no funcionan. Si a esto le añadimos un encierro de Fuente Ymbro muy desigualmente presentado, para mí muy fuera del tipo que busca esta ganadería y con  algún toro con cara de novillo, nada nuevo que no hayamos visto ya durante la feria.

El caso es que la corrida tuvo sus "momentos" y sorpresas, en este caso agradables, si obviamos la actuación de Juan Ortega, al que vi tal vez atorado, o al menos sin el compromiso necesario para una plaza como Logroño. Cortó una generosa oreja, cierto, pero si no la hubiese cortado y hubiese salido a saludar al tendido tampoco pasaba nada.

Voy a escribirlo, porque hacía tiempo que no ocurría: Me gustó Roca Rey en el quinto toro, mejor dicho, me gustó en la parte seria (que fue casi toda) de ese  quinto toro que no era nada fácil por el pitón izquierdo y aun teniendo más bondad y recorrido por el derecho, había que tirar de arrestos, técnica y temple para aguantar el chaparrón y más en esos terrenos frente a chiqueros (me he enterado de que los eligen porque el piso está medianamente mejor). Serio, bien colocado y olvidándose del público durante tres cuartos de faena. A lo mejor la merma física producto de un revolcón en su primer toro, le hizo concentrarse más en el toreo y olvidar la farándula, no sé. El caso es que si lo mata, yo le hubiese pedido una oreja y el público posiblemente hasta la pata.

Pablo Aguado es diferente y tiene que seguir siendo un torero diferente. Lo llevamos pidiendo desde aquella tarde gloriosa de Sevilla y por fin, de mitad de temporada hacia adelante, parece que este año está consiguiendo continuar por la senda de la sutileza, de la caricia, de los detalles, de la buena composición y de la línea argumental de una faena que apetece ver como apetece una manta, una peli y un chocolate un domingo lluvioso por la tarde.

Ayer nos enseñó parte de esas bolitas que dice el maestro Paula que les caen a unos pocos. Se tiene o no se tiene. En su primer oponente a mí me emocionó. No hubo ligazón pero hubo delicadeza, suavidad, buen gusto, hubo andares por la cara del toro, un kikirikí, o medio, no sé lo que era, que me hizo levantar del asiento y torería, mucha torería. Si a eso le sumamos una estocada de premio, la oreja bien concedida, pero las dos que le pedían se me antojan exageradas. En su segundo hizo un esfuerzo y no estuvo mal, pero no es su toro, ni yo quiero que Aguado esté para eso, porque ya hay más de medio escalafón que se ocupa de esas cosas. Disfrutemos lo diferente, porque de eso hay poco y ha de ser de vez en cuando.

Por lo demás, lo mejor y todo cuanto voy a escribir sobre este tema, es que la camilla sigue en su sitio, o si no es su sitio, al menos donde está y no se ha tenido que usar para acudir a paliar ninguna desgracia.

Hasta la próxima. O no.

       

martes, 24 de septiembre de 2024

Tercera de abono: El toreo, la incomprensión, los trapazos y... la camilla

 


Ya me extrañaba a mí que alguien me leyera, salvo mis cuatro amigos. Señoras, señores, la camilla sigue ahí. Por lo visto anteayer me fui por otro acceso y la perdí de vista, pero hoy les traigo prueba irrefutable de su existencia, gracias a las numerosas fotografías remitidas por mis mecenas y a la mía propia. Juzguen ustedes:




Ayer el día acompañaba para ir de toros:  temperatura agradable, poco viento... ah, que la plaza es cubierta, tan cubierta que ya no la descubren cuando no hay presagio de lluvia, ni aunque nos estemos asfixiando con el humazo de quienes fuman a pesar de que estemos en un recinto cerrado. A lo mejor es que la repararon para que sólo funcionase una vez, como las luces, que tampoco se encienden todas... En fin, corramos un tupido velo porque para lo que nos queda en este invento, no nos vamos a ensañar. Y leen bien, afirmo que nos quedan cuatro telediarios después de la noticia de ayer: no hacen falta Ministros anti ni nada por el estilo, nosotros mismos hemos acabado con nuestra pasión: One toro pierde tanta pasta que da por terminada la temporada de retransmisiones y ya veremos después... . Por lo visto no contaban con nuestro ramalazo insolidario que prefiere el pirateo para ahorrarse dos euros, que mantener la plataforma. Sin tele no hay paraíso señores, así de claro y si no, al tiempo

Que no se me olvide: ayer se retiró un grande, no sólo por tamaño. no sólo por ser un picador excelente, sino por ser un tío genial y muy muy buena gente: Manolo Burgos. Mientras Miguel me hacía una foto con él en su montura (por cierto no me la ha mandado), Manolo estaba emocionado y se le saltaban las lágrimas porque tiene un corazón casi tan grande como su castoreño.

Lo de Juan Pedro, salió como sale lo de Juan Pedro, es decir, a mí la corrida no me entusiasmó (voy a dejar el sexto para el final) porque no es el tipo de toro que emocione.

El que sí emocionó y mucho fue Urdiales en el tercero, un toro que requería el temple que le dio Diego y que aunque lo pareciera, no era nada fácil ni en terrenos, ni en alturas, ni en cites, ni en distancias. Eso fue un jeroglífico que mi querido amigo Arnedano, supo resolver con mucho esfuerzo ¿Recuerdan que el toro de capote huía siempre? pues eso no se olvida y ya durante la faena, en los medios, cuando le tocaba ir al muletazo hacia la querencia, el animal parecía retorcerse como diciendo, me quedo o me voy. El producto de todo eso es que el toro se te abre y te desluce el siguiente muletazo. Al final, sacrificas un poco los medios de la plaza y te lo llevas un poquito más lejos de su querencia y es cuando, como hizo Diego, le puedes atacar rezando para que se entregue y se entregó, vaya si se entregó en dos series excelsas de naturales con unos cuantos remates de carteles de toros. Ese es Urdiales y eso es el toreo, el que mucho público no sabe apreciar porque nadie le enseña a apreciarlo. Pinchó arriba, pero el estoconazo y la forma de ejecutar la suerte en la segunda entrada, no le restaban ni un ápice de valor al premio que mereció y que la presidencia no concedió. A mí las orejas no me importan, pero a veces,  como en esta ocasión, son necesarias.

Del sexto toro, sólo puedo escribir que me engañó. De capote y entrando al caballo, parecía que se apagaba como una velita. Incluso perdí el interés. Pero después de banderillas, oh sorpresa, el de Juan Pedro se pone a embestir con motor, con emoción, con codicia y con... Talavante. 

No concibo, porque me parece un milagro que embistiese así justo enfrente de chiqueros, eso para empezar, pero como de toros no saben ni las vacas, allí se le hizo la faena y allí murió. A lo mejor el que no sabe soy yo, así que estoy abierto a explicaciones.

Por lo demás, Talavante, supongo que vista la incomprensión con Urdiales, huyó de la ortodoxia y del toreo para hacer una faena de enganchones, de pases por la espalda y de miradas al público para calentar el ambiente. Le conté, bueno bueno, un natural.

Lo mató y el personal disfrutó tanto como el señor Presidente, que le concedió las dos orejas.

Y esto es todo lo que tenía que escribir sobre este tema.

Hasta mañana, o no.

lunes, 23 de septiembre de 2024

Segunda de Abono de la Feria de San Mateo: La segunda impresión (valga la reiteración)

  


Yo que iba teléfono en mano para sacar una foto a la camilla y así poder mostraros que era cierto cuanto escribí ayer y me encuentro con que, o me equivoqué de acceso, o la han quitado. ¿Será que por fin me lee alguien?

En fin, vamos al grano. De caballos y de rejoneo, no tengo ni idea, pero estoy orgulloso y feliz de haber asistido ayer a la Ribera, no porque Pablo y Guillermo me deslumbrasen, que todo lo contrario: Parecía aquello el hipódromo de la Zarzuela por la velocidad a lo que se hizo todo, que por cierto fue premiado por el respetable con una benevolencia más que supina. La faena de Pablo para un servidor, ni siquiera era de una oreja y las dos concedidas a Guillermo, las vi como un regalo para que no saliese a hombros en solitario su padre.

¿De dónde viene mi orgullo y felicidad entonces?, pues de haber visto una señora corrida de toros, desigual de presentación, eso es cierto, pero con seis ejemplares de Pallarés que lo único que echaron en falta es toreo y si hubiese sido a pie, mucho mejor. Ganaron los toros por goleada y desde aquí animo a matadores y a empresarios a que cuenten con esta ganadería para festejos de a pie, porque no se van a arrepentir. Ritmo, codicia, humillación, en definitiva, bravura. Yo creo que tenían de todo y alguno, se hubiese merecido la vuelta al ruedo de poder haberlo visto, insisto, a pie.

También me gustó el interés que despertaron en los exteriores de la plaza, los caballistas y su generosidad haciéndose fotos con todo el mundo. Para el público es importante poder llegar a "tocar" a los toreros, así que, señores de la empresa, hagan el favor de dejar acceder a todo el que quiera al patio de caballos y dejen que los protagonistas se den un baño de masas, aunque sea agobiante, porque el toreo lo necesita.

Me fijé en una joven oriental que ya en el exterior perseguía a Pablo Hermoso para hacerse una foto con él y con su jaco. Después, en la plaza, se bajó a una barrera de mi tendido y no paró de aplaudir, bailar los pasodobles y darle algún lingotazo que otro al cubalibre. Al final del festejo le lanzó su ramito de flores al rejoneador y se quedó tan contenta. Mucho tenemos que aprender del fenómeno fan. Por cierto, todos los ramitos que le regalaron a ambos caballistas me parecieron iguales...

Y no tengo nada más que escribir sobre esto.

Hasta mañana, o no