lunes, 10 de agosto de 2020

Núñez del Cuvillo: En el corazón del viento

 

Un cuatro de agosto, no es precisamente la mejor fecha para visitar una ganadería, pero tampoco "se podía saber" que a estas alturas de año, uno de los hierros con mayor número de ejemplares, hubiese lidiado tan solo una corrida. "El grullo" compatibiliza los gigantes del siglo XXI que habrían hecho dar espuela a Don Alonso Quijano, con un montón de toros y fauna. Gracias a la abundancia de pasto, los animales no han corrido la misma suerte, mala suerte, que otros muchos de diferentes ganaderías. 



 

El orden en los cercados, no es el escrupuloso de otros años. Las circunstancias han impedido que la ganadería sea una sinfónica  en la que cada instrumento tiene su sitio. Hay toros de supuesta saca aquí y allá y obviamente las corridas no están apartadas.

Los animales están activos cuando el sol se está rindiendo, pero aún así, permiten las cercanías con el humano, si bien, se barruntan ya las peleas que tendrán lugar durante la noche porque el levante, también hace estragos en sus cabezas.

 

Don Joaquín sigue viviendo en este lugar, rodeado de toros y perdices, en compañía de su esposa, de la que me cuentan, tiene un sexto sentido para la selección en los tentaderos.

 

Nuestra visita se inicia de menor a mayor, primero los más jóvenes, después los cuatreños. Advertimos en erales y utreros capas espectaculares que reivindican el pasado de la ganadería.




 

Entre los toros de saca también hay capas muy llamativas y animales muy serios y bien armados, si bien todavía falta un poco de remate, dado que las corridas se van preparando según van surgiendo. 









 Ya falta menos.

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