miércoles, 17 de marzo de 2010

Mansos


Los hay con cuernos y sin ellos. Los que no los llevan, (metafóricamente alguno también habrá de soportarlos) son los mansos de espíritu, aquellos que la teología cristiana sitúa en un termino medio entre los “irascibles” y los “apáticos”.
Parece ser que la mansedumbre es una virtud, aunque a mí, que a medida que cumplo años me va invadiendo el pragmatismo, se me antoja como una cualidad poco útil en los tiempos que corren. Poner la otra mejilla, aguantar el chaparrón, capear el temporal como buenamente se pueda…, pues sí, tal vez sea lo más ético, pero la verdad, me empiezo a cansar ya de que me llamen asesino, retrógrado, inculto y toda esa serie de lindezas que usan aquellos que por desconocimiento de la fiesta (tengo el convencimiento de que ese es el motivo) pretenden acabar con ella. Tal vez debiéramos ir nosotros también a los aledaños de las plazas de toros a ponernos en cueros, para manifestar nuestra repulsa por la desaparición del toro bravo, de las dehesas y de unos cuantos puestos de trabajo. A lo mejor así, salíamos en la tele como ellos.

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