sábado, 29 de mayo de 2010

Rompiendo lanzas...

Robleño es uno de esos toreros épicos que rondan por Madrid. Curtido ya en unas cuantas batallas de las duras, de las más duras y con más palizas en su cuerpo que un peso pluma jubilado.
Que no se engañe nadie: el toro del Torreón de ayer tampoco era una maravilla pero... embestía?, pues si. Había que hacerle todo por abajo?, pues también y se le hicieron las cosas bien? pues al principio, evidentemente no. Dio muchos medios pases?, los dio. Mató de una estocada caída?, lo hizo. Y aún así... después de todo esto, yo le concedí la oreja con mi pañuelo mental. Cierto, una oreja barata, de poco peso, pero yo fui partidario de dársela. Y por qué cometí tamaña injusticia?. Pues muy sencillo: porque éste torea la mitad de la cuarta parte de lo que torean los que tienen tres tardes en San Isidro. Porque tiene mucha afición. Porque ha cobrado mucho (no dinero precisamente). Porque es bajito y mata toros grandes y porque ayer lo necesitaba para intentar seguir en la brecha un año más y abandonar a su compañero de viaje últimamente, un tipejo llamado ostracismo.
Ojalá lo consiga. Muchos se lo merecen menos y ahí están, viviendo de esto.

1 comentario:

Enrique Martín dijo...

I.J. del Pino:
Coincido casi en todo contigo, pero yo no le pedí la oreja a Robleño, ni mentalmente. Pudo hacer mucho más y mejor y lo que hizo no fue precisamente lo mejor que podía haber hecho, pero no le voy a discutir nada. Si fusilamos a este torero, ¿qué vamos a hacer con los asaltaplazas que andan por ahí, que nos aburren y que nos odian por no entender su pegapasismo?

Un saludo