Aire, eso es lo que busca Gonzalo Ortigosa en la mitad de un camino entre la Rusia zarina y las arenas de una playa de Orio. Quien vea la obra, que recomiendo con fervor, lo entenderá y entenderá también por qué el toreo es arte, filosofía, búsqueda de la perfección y casi casi, hasta metafísica diría yo.
Ayer tuve el privilegio de comer con un grupo de amigos que llenaron la mesa de perspectiva, opiniones, esencia de tauromaquia y formas geométricas variadas, entre ellos un torero, Diego Urdiales y otro artista, un escultor que ansía moldear el aire existente entre los resquicios de una amalgama de hierro.
Hacía tiempo que no disfrutaba y aprendía tanto de una conversación.
Gracias a todos y cada uno de l@s comensales.
3 comentarios:
Un bonito título para esa foto.
Un día fantástico a pesar de la lluvia y los escalofríos, hay que repetirlo de vez en cuando.
Antes de que acabe noviembre hay que hacer algo parecido
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