lunes, 7 de febrero de 2011

NOVILLEROS S.A.

Imagino que los tentaderos a los que he asistido este fin de semana en Guarromán para la elección de los aspirantes al Zapato de Plata, no serán una excepción en cuanto a nivel de calidad con respecto a otros bolsines taurinos.

Hay muchos chavales que quieren ser toreros, muchísimos, y supongo que la mayoría sabrán, aunque su ilusión siga intacta, que sólo unos pocos acabarán siendo matadores de toros, y que unos pocos de entre esos pocos, vivirán holgadamente de la profesión.

Pero por lo visto, lo que no saben o nadie les dice, es lo que busca un aficionado como yo, y otros muchos en un tentadero. Quizá no lo saben porque quienes han de decírselo piensan que nuestra opinión como más o menos entendidos, no es rentable ni provechosa para su objetivo final, que no sé si seguirá siendo la compra del cortijo y el mercedes.

No reniego de las escuelas, de aquellas escuelas que enseñan a colocarse, a no usar ventajas, a “estudiar” a la becerra, a usar los terrenos…, pero rechazo las factorías de toreros. Me da igual que un chaval tenga defectos, porque eso tiene solución, pero lo que no tiene arreglo es que cada natural, cada derechazo, cada trincherazo sea una mera fotocopia de aquello que les han enseñado o que han visto en youtube.

Podemos pintar mil Giocondas, perfectas, iguales a la original, pero…, la original ya está pintada, y es valiosa por muchos motivos, entre ellos precisamente ese, el de ser la primera y la única que alguien con talento pintó un día.

Quiero, como aficionado y amante de esto, que los chavales reflexionen, que piensen por qué quieren ser toreros, lo que significa torear y lo que realmente les emociona a ellos. Hacer churros una vez que se ha aprendido, debe ser realtivamente sencillo porque son todos iguales y por eso el arte de hacer churros no sublima el espíritu del mero espectador, sino que alimenta su cuerpo sin más.

Toread para vosotros y cuando estéis delante de la becerra, olvidaos del maestro. Así, tal vez, quienes seguimos buscando a Wally entre un sinfín de capotes, sepamos distinguir a alquien que torea de un modo especial, que además de técnica, colocación, bemoles y empeño, pone corazón y sentimiento.

P.D.- Ya se que la culpa no es vuestra.

6 comentarios:

Enrique Martín dijo...

I.J. del Pino:
Cuantas verdades has soltado en cuatro líneas. Habrá quien se escandalice con que no te importe que tengan defectos, pero es verdad, eso o se cura con el tiempo o a veces incluso puede convertirse en un rasgo de la personalidad. Lo que veo más difícil es ese tipo de escuela de la que hablas. Yo no sé si existirá una o niguna. En casi todas les enseñan a pegar pases, que no torear. Torear es lo que tú dices, colocarse, no ser ventajista, ver al toro, vamos, lo de siempre.
Un saludo

COLECTIVO DE CHURREROS dijo...

Totalmente de acuerdo con usted. Menos en los de los churros, los churros seran iguales pero su sabor no.
Pd: yo no ronco.

Anónimo dijo...

En casi todas las escuelas enseñan más lo accesorio que el toreo fundamental, deberían enseñar a plantear las faenas según las condiciones del novillo, pero lo que se ve en el ruedo es la misma faena con 200 pases. Los defectos en los novilleros son normales, el problema es el aprendizaje y el sistema. El escalafón novilleril merece una reflexión. Un saludo.

Joaquín Sanz de Lucas dijo...

Se comenta que le vieron a usted junto a José Tomás paseando por las calles de Córdoba. ¿Es eso cierto? Nadie ha vuelto a saber del Maestro y la intriga nos está matando a los miles y miles de seguidores. Gracias

I. J. del Pino dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
I. J. del Pino dijo...

Es cierto es cierto, es más creo que hay por ahí alguna foto de un paparazzi