viernes, 27 de mayo de 2011

Con las ganas, con su permiso, con su aquiescencia


Yo creo que posiblemente ayer vivimos la tarde más aburrida del ciclo isidril. No iba desencaminado mi convecino Enrique Martín cuando anunciaba los negros nubarrones que se cernían sobre la corrida del cortijillo (con minúsculas), en líneas generales desastrosamente y desigualmente presentada y no apta para Madrid. Alguno sirvió algo, pero a Urdiales, ni para carne. Mortecino el primero, que se sujetó sin caerse hasta la faena de muleta para desplomarse después,  y qué decir del gatuno cuarto. Hay quien se ceba con el torero escribiendo que estuvo pesado y sí, lo estuvo, pero quien eso escribe no piensa en las horas, en los días y en los meses de entrenamiento físico, mental y campero que lleva Diego a sus espaldas con las ilusiones puestas en días como el de ayer. Por ello se intenta arrancar el último soplo de vida a un bicho que no tiene ni fondo ni forma. Estoy seguro de que el torero, que no se rinde ni se va a rendir, pensó que a lo mejor si lo enganchaba despacio y muy templado podría darle la vuelta a algo que no tenía remedio. También hay quien le acusa de haberlo cuidado y no haberlo tirado. Mala acusación de quien ante todo quiere respeto a la integridad de la fiesta. Quien debe ser acusado es quien elige esos toros y sobre todo, quien autoriza que salgan al ruedo siendo incapaz de ver (o de querer ver) que son inválidos y que no están debidamente presentados, y no un torero honrado que no tiene como apoderado a Curro Vázquez (a lo mejor todo eso que gana).
En fin, que no está todo perdido, que por suerte nos queda una, y tendrá que ser con lo de los Bayones.
No hemos perdido la fé y ahora menos que nunca.

2 comentarios:

Enrique Martín dijo...

I.J. del PIno:
No sabes lo que me fastidia haber acertado y no sabes, o quizás sí, lo que me mosquea la corrida que salió. Los taurinos dicen que lo de dentro nadie lo sabe, pero es que la presencia ya era infame. Y solo me queda una duda y es si los ganaderos, que tan bien conocen otras ganaderías suyas y saben escoger el ganado cuando las figuras lo necesitan, si escogieron la corrida a tontas y a locas, si aún no saben lo que tienen o...

Un saludo

Anónimo dijo...

Fue una pena que a Urdiales no le embistiese un toro por derecho.
Desde luego que la familia Lozano no debía haber embarcado esa corrida para Madrid.
Eso de tener a Enrique Martín de convecino fue un lujo.
Un saludo Isidro.