Yo soy de esos que cuando era crío tenía un miedo atroz a todo lo que llevase cuernos, fuese vaca, toro, o... búfalo. Quizá por ello en mis años púberes en los que acudía a los encierros que se celebraban en gran cantidad de pueblos de La Rioja, de lo más que pude presumir ante mis amigos es de haberme hecho un rasponazo al subir los tablones que me guarecían del peligro media hora antes de que apareciesen las vacas.
Todo esto me viene a la cabeza pensando en que en mis inicios como aficionado respetaba al toro, si bien lo desconocía. No sabía que existían diferentes encastes, morfologías, capas..., a mi todo eso me daba igual. Mi interés se centraba en el torero, en ese hombre que se vestía de luces y que era capaz de acercarse a un astado jugándose la vida. De hecho la frase "vamos a los toros"que escuchaba en los días de corrida, no la llegaba a entender muy bien, porque como digo, para mí el toro no era el actor principal, sino más bien un secundario imprescincible, pero secundario.
Supongo que como ocurre en todas las aficiones, cuando uno va ahondando, va queriendo saber más de todo, incluso la propia praxis, visual por supuesto, te va dotando de conocimientos que hasta un momento dado no sabes que tienes. Por ello llegó un día en que también me interesaba el toro, su procedencia, su capa, su anatomía, sus costumbres y su comportamiento en el campo y en el ruedo.
Y tras toda esta evolución, llega otro día en que te das cuenta de que de toreros puedes saberlo todo, o casi todo, pero de toros..., no voy a decir aquello de que ni las vacas porque está demasiado manido, pero si que es cierto que a estas alturas, no sólo a mí, sino creo que a todos a quienes nos apasiona esto, de vez en cuando un animal nos sorprende y comienza a embestir cuando no dábamos un duro por él.
Lo que he aprendido últimamente es que nuestra perspectiva como aficionados es diferente a la del torero. Parecerá una perogrullada pero creo que si la explico se entenderá mejor: El hecho de mirar a un toro a la cara de cerca dice "cosas", cosas que nosotros no percibimos porque no estamos tan cerca. Y si, somos capaces de ver si un astado se vence por un pitón, si repone, si humilla o no humilla, pero la proximidad que tienen ellos, los toreros, les da otra visión del toro que en ocasiones puede ser diferente a la nuestra. No digo que a veces a nosotros, los aficionados, por el hecho de ver al toro sin la presión del riesgo, nos resulte más fácil ver detalles que los toreros no ven (ejemplo gráfico: la distribución de los jugadores de un partido de fútbol se aprecia a la perfección desde la última fila del graderío, pero no desde la primera), pero generalmente y por mucho que nos emperremos en querer saber más que ellos, creo sinceramente, que su juicio taurino es mucho más acertado que el nuestro (he escrito "generalmente", lo que significa que no siempre es así).
(Si estáis esperando una conclusión o un desenlace, no lo hay, esto es todo)
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