Se hicieron realidad los rumores, y allí, en casa de José Pedro Prados "El Fundi", apareció el más grande de los de ahora: José Tomás, el torero que parece que siempre, antes de hacer algo, medita profundamente cada gesto, ya sea toreando o hablando. Para quien no haya visto y escuchado las palabras del de Galapagar que pinche aquí.
Estuvo esperando más de una hora en una salita contigua, dicen, y seguro que es verdad, para no quitar protagonismo al homenajeado. Salió a escena, dijo lo que tenía que decir, saludó tímidamente al público asistente y volvió a desaparecer. Tal vez José Tomás se equivocó en una cosa: el homenaje al Fundi ha dado más que hablar por su mayestática presencia que por la despedida en sí de José Pedro.
Lo cierto es que José Tomás no es Séneca y su verborrea, su entonación y su puesta en escena verbal, dejan bastante que desear, pero a alguien con un discurso como el de este torero, que donde habla de verdad y calla de verdad es en el ruedo, se le ha de apreciar cada palabra desnudándola por completo de adornos, porque cada palabra está estudiada, meditada y madurada. No me gusta la gente que memoriza lo que va a decir como parece ser el caso, porque se pierde la espontaneidad. En eso, en improvisar como conferenciante, tengo un amigo que es un maestro y a mí me encanta, porque la cosa puede empezar por Morante y terminar con las alcachofas de Tudela, pero todo con ligazón y buen tono.
Pero aún así, como ya digo, cada palabra de este raro torero, ha de ser tenida en cuenta como verdad, como dogma y como ejemplo para otros muchos voceras que abundan por ahí. Se podrá estar conforme o no con su "política" y a mí personalmente no me agrada la desinformación a la que nos tiene sometidos, ni la elección de sus contadas apariciones vestido de luces, ni la falta de "gestos" que a buen seguro sería capaz de tener y superar para elevar el nivel de este maltrecho mundo del toro; pero lo que está claro es que éste, se viste por los pies cada día y medita muy mucho por cual de los dos empieza.
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