domingo, 8 de septiembre de 2013

Bajarse al Moro



Desplazarse desde este norte riojano hasta Ronda para ver al Moro, como así le llaman los compañeros en la profesión, no es cosa baladí. Muchos kilómetros, poco tiempo y mucho dinero, pero la vida se forja con pequeños-grandes recuerdos como el que a mí me puede quedar de este fin de semana. Para quien únicamente se emocione con Cuadris, Escolares y demás, este texto no tendrá mucho sentido, pero para quienes como yo, además de disfrutar con un torazo, son capaces de saborear "ese algo difrente" que tiene este torero, a buen seguro que estas líneas les interesarán. Colmó mis ilusiones si bien es cierto que ayer no fue el Morante de antes de la cornada, cosa lógica si pensamos en que el de La Puebla del Río reaparecía nada más y nada menos que en Ronda y en solitario. Ningún toro llegó a romper del todo, tal vez el sexto lo hubiese hecho si no le hubiesen aburrido a capotazos antes de las banderillas del torero. Pero en cada uno hubo detalles y en alguno muleta y en otros capote y en el último... banderillas cortas y silla de enea.


He escuchado estos días comparar lo de Ronda con lo de Nimes. Nada que ver no por grandioso, sino por diferente: el lienzo del coso romano lo pintó una leyenda viva y no creo que vuelva a ocurrir, pero la magia de ayer en Ronda, el duende paseante del arte, el pellizco, el sabor, la torería y el entorno, hicieron que el aire fuese diferente y consiguieron impregnar mis retinas de tal cantidad de matices de todo tipo, que todavía los estoy asimilando.


Morante, goyesca, Ronda..., vivir algo así ha sido un privilegio.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La foto en sepia de Morante me encanta, que fotón Isidro!

DANIEL LOZANO dijo...

Enhorabuena por este blog y por ese concepto tan romántico del toreo.
Coincido en que fue todo un privilegio y una autentica borrachera de arte aquella tarde rondeña.

Un saludo de un nuevo parroquiano.