Ayer fui con mucha ilusión a ver, a homenajear y a admirar a alguien a quien tengo muchísimo cariño: Don Luis Miguel Villalpando, un torero, porque para mí siempre es torero, que cuida no solo de Diego, sino de aquellos que vivimos y convivimos, no ya las tardes de Urdiales, sino también las bambalinas del torero.
Como dice Pablo García Mancha, el avión del presidente ayer aterrizó en la placita de Villalpando en forma de toreo caro, profundo, eterno y unos cuantos adjetivos más que no alcanzo a plasmar, de las yemas de los dedos de alguien que a sus sesenta y tres años, atesora más aroma de torero que diez o doce de los de hoy, juntos. Se trata de Antonio Sánchez Puerto. Acompañaron a Luismi, además del propio Antonio, Matías Tejela y Diego Urdiales. El resultado: un éxito en todos los sentidos, sobre todo en el que a mí me interesa: el personal.
Te queremos torero.
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