lunes, 17 de agosto de 2015

La buena estrella


Mientras Urdiales encuentra la felicidad refugiándose en las trincheras de los enormes muletazos al Victorino "torostiarra" al que despena demasiado tarde, Saúl Jiménez Fortes hace una seña con el pulgar confirmando que es feliz porque al menos está vivo.
El de ayer es uno de esos días en los que la vida te enseña que lo bueno y lo malo, no tienen parangón ni medida y que lo que para unos es basura, para otros no hay manera humana de alcanzarlo con las yemas de sus dedos. 
Admiro a Fortes porque es torero, como admiro a todos los toreros que se sienten como tales. Pero creo que no me da pena. Evidentemente siento mucho éste y cada uno de sus ya innumerables percances, pero pena no. No, porque alguien que ofrece su vida a cambio de las miles, millones, de satisfacciones que debe producir pasarse toro a centímetros de la barriga, cuando y como tú le mandas que pase, es muy afortunado y digno de envidia, si es que tal sentimiento, el de la envidia, puede llevar implícito algún tipo de dignidad.
No sé si Saúl volverá o tirará la toalla, aunque supongo que si físicamente puede, seguirá. Pero si no lo hace, para éste que escribe será siempre un hombre y un torero que ha triunfado y no hablo de matar cien ni cortar doscientas. El triunfo de Saúl es ser lo que ha querido ser y ejercerlo con tanta dignidad, que no hay un solo aficionado en el mundo que le reste un ápice de importancia a su torería.
Uno de los momentos más agradables para mí después de una corrida, es el de la cena en el  bar de carretera, cuando ves que el torero está bien y entre bocado y bocado comienzas a analizar lo que ha sido la tarde. Después de tanta tensión, hayan o no funcionado las cosas, todo el mundo está tranquilo. Si alguien del entorno de Fortes me lee, sabrá perfectamente lo gratificantes que son esos minutos. Estoy seguro de que se repetirán más pronto que tarde, pero si no fuese así, no olviden que su torero, además de torero, es amigo y que a los amigos se les quiere siempre haya o no bocadillo en un bar de carretera.
Suerte Saúl.

No hay comentarios: