domingo, 20 de marzo de 2016

Los otros


Foto: Santiago Navascués

Hay mañanas de resaca en las que los tambores de Calanda no dejan de resonar en el cerebro y otras en las que a uno le ronda un mosquito tigre por la cabeza, ávido de insuflarle al hemisferio izquierdo más mala uva de la que se es capaz de asimilar. 

Uno de mis antídotos contra la picadura del bichejo no es otro que la verdad y la honestidad de quienes en días como el de ayer en Arnedo, se dejan la piel en un ruedo de toros sin alma y se comen la rabia de no poder ofrecer a sus conciudadanos una dosis mayor de ese arte que atesoran.

Mi otra fórmula magistral para contrarrestar los males que provoca ese aedes albopictus que revolotea sobre mi testa, es contar con la suerte de estar cerca de algunos de aquellos que comienzan a caminar con maletas llenas de alfileres de colores,  que luchan por llegar, que están en tránsito, que simplemente perdieron el tren, o se bajaron antes de llegar a destino.

Todos ellos, incluidos los chavales que esta tarde se juegan la final del zapato de plata y que no debéis dejar de ir a ver (en el Arnedo Arena a las 17:30) me merecen tanto respeto y me provocan tal sentimiento de admiración, que cuando los veo torear en el campo, llego a pensar que mi afición es un monstruo disfrazado de egoísmo y que les estoy robando un poquito de esa libertad que sólo se siente delante de la cara de un animal bravo.

Llegarán, no llegarán, abandonarán, o triunfarán, pero siempre podrán decir que tuvieron la suerte de encontrar un camino de esos que dicen son los locos quienes los abren y los sabios los que los recorren.

No hay comentarios: