lunes, 6 de enero de 2020

2020. Vamos al lío..., o no.


Por mucho que insistan algunos en que los urdialistas somos muy "reiterativos", con esos dos de la foto, he aprendido más de toros que leyendo el Cossío hace treinta años, cuando me dio por escaparme a diario a la Biblioteca Municipal y tomar notas de las capas de los  astados o de las gestas del toro "Caramelo" .
Un viejo profesional de lo mío, que queda muy lejano al mundo del toro, me dijo cuando empezaba, que para vivir de mi trabajo debía respetar dos máximas. La que interesa y viene al caso es "seguir creciendo, nunca estancarse".
El día en que mi querido Carmelo tomó esa fotografía que veis en la parte superior, una leyenda del toreo dijo algo así como que el tiempo de la reflexión que otorga colgar estoque y muleta, le enseña a uno a ser mejor persona, pero no por alejarse del toro, sino por seguir unido a él a través de un punto de vista menos subjetivo. Lo entendí a la perfección porque creo que un torero tiene que tener ego y tal vez ese amor por lo que es capaz de hacer uno mismo, impida ver el resto de matices que conforman el ser. 
Ese ego que algunos pueden interpretar como insolencia, es el que hace que el binomio Villalpando-Urdiales, permanezca en el tiempo y lejos de debilitarse, se haya revalorizado y lo que es más importante e insólito, les haya enseñado a conocerse a sí mismos y a saber ofrecer "a cada uno lo suyo", llegando a una generosidad sin límites (y no me refiero a nada material). El respeto a la profesión, el respeto a uno mismo, la sinceridad y el afán de superación, consiguen que año tras año, estos dos que van por libre, sobrevivan a todos los ataques de un sistema que quiere dictar unas normas que hay que acatar para no quedarse fuera.
La temporada está a la vuelta de la esquina y pese a que posiblemente no haya nada, o casi nada hecho (sobre eso no pregunto), ninguno de los dos da la menor muestra de preocupación. Villalpando a costa de lamerse durante tantos años las heridas, es perro viejo, muy paciente y confía plenamente en que vende oro del bueno en un mercado en el que escasean los quilates, y sin ser ajeno a las dificultades que acarrea acartelar a Urdiales en las ferias en la posición que merece  (lo "otro" es relativamente sencillo), espera.
Por su parte, el Torero sigue empeñado en torear cada día mejor y con eso le sobra. Con media docena de muletazos dice más que otros muchos con treinta y tiene su sitio ganado a sangre y fuego. Si no se lo dan..., seguirá entrenando mientras eso le haga feliz y si se lo dan, seguirá demostrando que una vez más, y ya van muchas, él tenía razón.

No hay comentarios: