domingo, 8 de marzo de 2020

Ganar un bolsín

Foto: Alfonso Yustes

Hace pocas fechas asistí a mi cita anual con los tentaderos clasificatorios del Zapato de Plata en Guarromán. Este año, por cuestiones presupuestarias, el bolsín se alía con el de la Federación Taurina Riojana, lo cual y dados los tiempos que corren, me parece la solución menos mala, porque al menos se conserva uno de los dos eventos taurinos. Las eliminatorias se celebraron en la ya típica ganadería de  "Los Ronceles" y en la centenaria "Flores Albarrán" que nos ofreció un tentadero santacolomeño sencillamente espectacular.
Las vacas de Los Ronceles, fuertes, bien armadas y en puntas, exigían mucho valor para pasarse cerca su volumen y sus pitones, además de técnica para sobreponerse a los problemas que planteaban. Las de Flores Albarrán muy bravas, con mucha clase en el caballo y con esas típicas embestidas del encaste que requieren del difícil componente de la dulzura para ser ahormadas.
Ayer me desplacé a Cariñena para pasar frío, comerme unos "boliches" en muy buena compañía y ver un bolsín que también se organiza de maravilla. Entre las añojas de don Francisco Murillo, hubo de todo, pero las que salieron con clase, aun faltándoles humillación, tenían ese ritmo que permite disfrutar a las chavalas y chavales.
El nexo de ambos bolsines, como el de todos, y creo que lamentablemente,  es la competitividad, que no competencia.
Soy de naturaleza tímida, pero aún así y desde hace ya unos cuantos años, siempre que veo a algún aspirante  sin posibilidades de ganar el certamen, pero con un concepto que se aproxima a lo que yo siento que debe ser el toreo, me suelo acercar para hablar con él y animarle. Lo hago por egoismo, ya que lo que busco es que no se pierda ese pequeño frasco de esencia que hoy en día está tan repartida.
Me comentaba en Guarromán mi querido Gonzalo Bienvenida, que había un novillero que se acordaba de las palabras que le dije y que le sirvieron mucho. La alegría fue tremenda porque verlo un par de años después clasificándose para la final sin abandonar su "esencia" indica que el camino es más largo y quizá también más duro, pero acaba teniendo recompensa.
En el arte no existe  la competición. No existen los primeros clasificados en arte porque no es medible, aunque sí subjetivamente valorable.
Ayer precisamente se lo comentaba a una chica y un chico que querían ser toreros: 
-Lo que tú sientes abajo, es lo que trasciende arriba. Si no lo sientes, no trasciende.
Y si hablamos de arte y sentimiento... ¿qué debiera significar ganar?. Creo que como mucho, un refuerzo personal, algo que te indica que estás transmitiendo buenas sensaciones y que tu creación es bella en tanto trasciende a los demás en esa forma.
Si hablamos de competición, ganar es un logro, es alcanzar una meta, es lograr el "citius altius fortius" que te otorgará prestigio social y posiblemente dinero. La opción es respetable, pero poco tiene que ver con el arte, y el toreo qué es, sino el arte de dominar la naturaleza a través de lo bello.
Es muy difícil que los que aspiran a ser figuras, incluso muchas de las figuras actuales, entiendan esto, pero no por ello los que buscamos algo más en la lucha entre un toro y un torero, debemos rendirnos.
Ayer me llamó la atención Jesús Romero por su buen concepto. No ganó, pero creó.

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