lunes, 13 de septiembre de 2021

Morante se ha colado en mi cabeza

 

Foto: J. Alvarado

Recuerdo con mucho cariño y admiración mi visita al Pino Montano de la mano de Ignacio Sánchez Mejías. Allí había estado hacía no demasiado, el Genio de la Puebla buscando la inspiración de ese Cortijo que ha albergado entre sus paredes y jardines, tanto arte y tanto valor como para llenar mil veces de sueños aquella Monumental de la otrora sevillana calle Monte Rey.

Joselito se metió en las entrañas de Morante  oculto en el aroma de un habano. Ayer el Cigarrero hizo lo propio conmigo y aunque no hemos ganado un torero (ya quisiera yo tener algo de arte), sí que terminó convenciéndome de que ahora, José Antonio Morante Camacho, oculta entre los pliegues de  su capote de paseo, una peculiar Santísima Trinidad del toreo:  El Padre es Gallito, el Hijo es el propio José Antonio y el Espíritu Santo, quién va a ser sino el Divino Calvo. Tal vez no sea la mejor y seguro que no es la única, pero doy fe de que es Una y Trina.

Lo de ayer con los Galache, durará para siempre, porque dentro de cien años, sobre los cimientos de esa Glorieta que habrá derruido algún especulador garrulo con vitola de mesías, Morante seguirá embrocado en ese natural que comenzó  en los primeros compases de la faena a "Gandeón" y terminará cuando se desvele el misterio de lo infinito.

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