martes, 24 de septiembre de 2024

Tercera de abono: El toreo, la incomprensión, los trapazos y... la camilla

 


Ya me extrañaba a mí que alguien me leyera, salvo mis cuatro amigos. Señoras, señores, la camilla sigue ahí. Por lo visto anteayer me fui por otro acceso y la perdí de vista, pero hoy les traigo prueba irrefutable de su existencia, gracias a las numerosas fotografías remitidas por mis mecenas y a la mía propia. Juzguen ustedes:




Ayer el día acompañaba para ir de toros:  temperatura agradable, poco viento... ah, que la plaza es cubierta, tan cubierta que ya no la descubren cuando no hay presagio de lluvia, ni aunque nos estemos asfixiando con el humazo de quienes fuman a pesar de que estemos en un recinto cerrado. A lo mejor es que la repararon para que sólo funcionase una vez, como las luces, que tampoco se encienden todas... En fin, corramos un tupido velo porque para lo que nos queda en este invento, no nos vamos a ensañar. Y leen bien, afirmo que nos quedan cuatro telediarios después de la noticia de ayer: no hacen falta Ministros anti ni nada por el estilo, nosotros mismos hemos acabado con nuestra pasión: One toro pierde tanta pasta que da por terminada la temporada de retransmisiones y ya veremos después... . Por lo visto no contaban con nuestro ramalazo insolidario que prefiere el pirateo para ahorrarse dos euros, que mantener la plataforma. Sin tele no hay paraíso señores, así de claro y si no, al tiempo

Que no se me olvide: ayer se retiró un grande, no sólo por tamaño. no sólo por ser un picador excelente, sino por ser un tío genial y muy muy buena gente: Manolo Burgos. Mientras Miguel me hacía una foto con él en su montura (por cierto no me la ha mandado), Manolo estaba emocionado y se le saltaban las lágrimas porque tiene un corazón casi tan grande como su castoreño.

Lo de Juan Pedro, salió como sale lo de Juan Pedro, es decir, a mí la corrida no me entusiasmó (voy a dejar el sexto para el final) porque no es el tipo de toro que emocione.

El que sí emocionó y mucho fue Urdiales en el tercero, un toro que requería el temple que le dio Diego y que aunque lo pareciera, no era nada fácil ni en terrenos, ni en alturas, ni en cites, ni en distancias. Eso fue un jeroglífico que mi querido amigo Arnedano, supo resolver con mucho esfuerzo ¿Recuerdan que el toro de capote huía siempre? pues eso no se olvida y ya durante la faena, en los medios, cuando le tocaba ir al muletazo hacia la querencia, el animal parecía retorcerse como diciendo, me quedo o me voy. El producto de todo eso es que el toro se te abre y te desluce el siguiente muletazo. Al final, sacrificas un poco los medios de la plaza y te lo llevas un poquito más lejos de su querencia y es cuando, como hizo Diego, le puedes atacar rezando para que se entregue y se entregó, vaya si se entregó en dos series excelsas de naturales con unos cuantos remates de carteles de toros. Ese es Urdiales y eso es el toreo, el que mucho público no sabe apreciar porque nadie le enseña a apreciarlo. Pinchó arriba, pero el estoconazo y la forma de ejecutar la suerte en la segunda entrada, no le restaban ni un ápice de valor al premio que mereció y que la presidencia no concedió. A mí las orejas no me importan, pero a veces,  como en esta ocasión, son necesarias.

Del sexto toro, sólo puedo escribir que me engañó. De capote y entrando al caballo, parecía que se apagaba como una velita. Incluso perdí el interés. Pero después de banderillas, oh sorpresa, el de Juan Pedro se pone a embestir con motor, con emoción, con codicia y con... Talavante. 

No concibo, porque me parece un milagro que embistiese así justo enfrente de chiqueros, eso para empezar, pero como de toros no saben ni las vacas, allí se le hizo la faena y allí murió. A lo mejor el que no sabe soy yo, así que estoy abierto a explicaciones.

Por lo demás, Talavante, supongo que vista la incomprensión con Urdiales, huyó de la ortodoxia y del toreo para hacer una faena de enganchones, de pases por la espalda y de miradas al público para calentar el ambiente. Le conté, bueno bueno, un natural.

Lo mató y el personal disfrutó tanto como el señor Presidente, que le concedió las dos orejas.

Y esto es todo lo que tenía que escribir sobre este tema.

Hasta mañana, o no.

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