miércoles, 13 de octubre de 2021

Cinco muletazos y una lidia antigua

 

Foto obtenida en la web de Las Ventas

Después de tener que soportar el viernes los berridos del caballero, buen bebedor de gintonic, de la fila dos del siete, que reprochaba a Urdiales elegir terrenos lejanos a ese tendido para intentar que su segundo hiciera algo por embestir (como si los terrenos se eligiesen por cuestión de simpatías personales), me hubiese sentido alividado ayer en el seis, de no ser porque una jocosa muchacha entregada a los placeres de Baco empezó a espolear a López Simón “a grito pelao” hasta que vació su (también) gintonic en mi chaleco.

Y es que, en la fiesta más culta del orbe, pero fiesta al fin y al cabo, copazos se toman en todos los tendidos y más que se tomarían si no se vendiesen a precio de cojón de mico.

A Morante le salió un cuarto toro que parte del público y yo, si no fuese antirreglamentario, quiso devolver por manso. 

No se rasguen las vestiduras: lo que ocurre en cualquier talanquera, puede, por qué no, ocurrir en la primera plaza del mundo dado que la afición de muchos de los asistentes es, por decirlo de alguna manera, “esporádica”. Si de mi caso hablamos, no  sería esporádico, porque algún toro veo, pero sí partidario de sacar a hombros al de la Puebla, no devolviéndole un toro manso, sino dejando que lo toree.

Del siete me llegó la voz del Rosco: “ José Antonio, vamos a ver si le sacamos los cinco que tiene”

Y yo ayer era de su misma opinión, incluso más optimista pensando que el toro rebuscaría en sus entrañas algo de casta, ya que bravura no había, que le permitiese al Cigarrero conquistar aquella cima imposible.

Morante lo hizo perfecto:

No obligó al animal, le fue consintiendo poco a poco, cambiándole terrenos, haciéndolo todo suave para intentar convencerlo…

Voz en el tendido: ¡Morante, cada toro tiene su lidia! (aplausos).

Y digo yo, ¿qué estaba haciendo el torero hasta entonces?

Siguiente voz:

¡Morante, hazle una lidia antigua!!

Bien, pensé, pero ¿cómo de antigua?, ¿de las de tocar por la cara, costados y matar? Porque ese era el Morante que nadie quería volver a ver por Madrid...

A todo esto, el toro cual político obstinado, dijo sin palabras, porque los toros no saben hablar, aquello de “no, es no” y tuvimos que esperar hasta el sexto para ver cómo Madrid es la primera y única plaza del mundo en la que con un par de naturales que todavía no han terminado y un espadazo, te concede (servidor incluido) dos orejones sin  posible discusión.

 

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