Rafael Guerra "Guerrita" |
Tiene uno la mala costumbre de pensar y a veces no es tan bueno. Exactamente a las cuatro horas y veintitrés minutos de la madrugada, mis cabilaciones me han llevado a la desagradable conclusión de que podemos estar ante un serio problema taurino. A saber:
Morante nos ha deslumbrado esta temporada, enseñándonos que el valor en el toreo, también se puede y se debe utilizar no sólo para hacer alardes, sino para torear. De hecho, unos cuantos ya van por ese "palo" y no podemos negar que al público y a los aficionados, les llena incluso más, que, por llamarlo de alguna manera, "lo espectacular".
¿Pero qué va a ocurrir en la temporada que viene? ¿El de la Puebla seguirá siendo el que ha sido, lidiando todo tipo de encastes y resolviendo toros complicados y exigentes aquí y allá? ¿O dejará que sean otros los que asuman el peso de esa tauromaquia?
Complicado lo tiene una vez que ha destapado el tarro de las esencias, aunque cierto es, que si vuelve a ser el que todos conocíamos (y yo también, pero lo idolatraba por genial) antes de la pandemia, es más que probable que el público lo acabe "echando" de los ruedos y tenga que acogerse a la frase del Guerra, como si de la quinta enmienda se tratase y algún día deje su blanco pañuelo en el albero, con una inscripción que rece:
"Y después de mi, naide"
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