lunes, 7 de febrero de 2022

Ganadería Quintas: El sueño de Morante

                                                  

 


 

Los buenos Belmontistas hacemos nuestra esa frase de Juan: "Lo que diga José" y como el Gallo dictó cátedra con la ganadería de Vicente Martínez, nuestros pasos, que lo mismo nos llevan a los pies de la tumba de Chaves Nogales, que a Gómez Cardeña, nos dirigen en esta ocasión, a visitar lo que queda puro de este mítico encaste. 

No voy a repetir lo  escrito sobre la familia Quintas y su ganado ya que lo  podréis leer en mil artículos, pero si que os quiero contar que tanto José Manuel como Goyo, no son dos ganaderos al uso, pero sí que están tan enamorados de sus animales como el que más. Tanto, como para dedicarles siete días a la semana y aprovechar cualquier momento (una visita en este caso) para hacer algo de faena, como puede ser, dar de comer a las vacas,  unas cuantas recién paridas, de la punta de Santa Coloma, vía Bucaré que le compraron a Carlos Aragón Cancela, con el que mantienen una buena amistad.










 

Lo suyo es el bravo, ya sea para las calles, que en la zona y en la geografía adyacente tiene muchos adeptos,  recortes, o para lidia ordinaria, que en el fondo es lo que más les gusta, aunque como ellos dicen, los animales comen todos los días y hay que intentar que el negocio sea rentable de todas las maneras lícitas posibles.

Además de lo de Bucaré, cuentan con el hierro del Estoque, de procedencia Marqués de  Domecq y una joya en forma de  aproximádamente 120 madres, que según me cuenta José Manuel, no hay manera de aumentar en número y que es puro encaste Martínez, que resumiéndolo mucho, podríamos decir que es el "toro de Madrid" de origen Jijón.

Estas vacas de Martínez, pastan en una finca ya muy cercana a la cima de la sierra, en la zona de Colmenar de Arroyo, y lo hacen  buscando el sustento por el valle a la espera del  alimento extra. Cuando José Manuel las llama y comienza a abrir los sacos de tacos, se acercan con más recelo y precaución que otra cosa, aunque al poco rato y al ser pocos y poco molestos, nos "aceptan" sin dejar de marcar sus distancias y podemos andar entre ellas con las debidas cautelas, porque no en vano, el ganadero tuvo ya un susto tremendo que casi le cuesta la vida en el año 2020. "Este encaste no es como Santa Coloma, que te avisa primero, éstas cuando se arrancan, van hasta el final".












 

"Yo no me corto, ya le dije a Morante que estaba loco, pero nos ha cogido mucho cariño", nos cuenta Goyo en una animada charla, con buenas viandas de por medio.

El de la Puebla, ya lo dijo en su comparecencia ante la gente de la Asociación del Toro: Quiere hacer alguna "cosita" con este mítico encaste, muy apreciado por Joselito el Gallo, hasta el punto de encerrarse con siete en Madrid, en una corrida que ha pasado a los anales de la historia.

 

 

Dicen que la nostalgia es un síntoma evidente de la profunda inseguridad que sentimos hacia el futuro, pero ojalá pudiera repetirse de alguna manera y ojalá volviera la edad dorada, aunque sólo fuera por una sola tarde llena de toda la magia que envuelve al pasado de la tauromaquia.

Yo confío en Morante porque sé que para él esto es otro sueño de esos que poco a poco va cumpliendo. Me consta que los ganaderos se lo están poniendo fácil y estoy convencido de que sería un gran evento, otro más, que conduciría al torero a ocupar por derecho ese trono que día a día va conquistando.


 

Los cuatreños de Martínez, cohabitan con sus hermanos Santacolomeños y con los del hierro del Estoque. Están todos juntos y revueltos en un cercado en el que según nos cuenta Goyo, las peleas y los malos modos, están a la orden del día, así que..., aunque no gusten, hay que poner fundas. Aún así, en los erales, que van por separado pudimos apreciar pitones afilados, al igual que las caras. Ver a los "mayores" mezclados tiene la ventaja de analizar sus miradas, esas que tanto importan a los matadores de toros y la verdad es que los descendientes de Vicente Martínez, te miran con tal frialdad que parecen estar avisándote de que allí no eres bienvenido y que no va a haber perdón como te pongas a tiro.









De las capas casi no os he contado nada, pero ahí los orígenes mantienen mucho el berrendo, incluído el aparejado, aunque también se ven negros e incluso cárdenos pero con un pelo muy diferente al de "los grises".


 

Os he ido colgando a lo largo del texto unas cuantas fotos, de lo que pude ver por allí, en otra jornada muy especial y van ya unas cuantas, gracias al buen amigo Jorge Delgado (camino_al_toro en instagram) y por supuesto, a la familia Quintas.

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