miércoles, 5 de noviembre de 2025

sábado, 1 de noviembre de 2025

Lo viejo



Si uno se pone a pensar, ejercicio que de vez en cuando conviene llevar a la práctica, una misma expresión puede tener significados antagónicos:

Algo viejo puede ser inservible, puede estar roto, estropeado, sucio, descompuesto, pasado de moda, rancio, andrajoso, desaliñado...

Pero algo viejo también puede ser muy valioso.

De un tiempo, escaso, a esta parte, las redes sociales están poniendo en valor, más si cabe, todo aquello y a todos aquellos que son, o han sido el fundamento y la esencia del toreo.

Muchos aficionados, sobre todo jóvenes, descubrieron a Curro Vázquez en el festival homenaje al Maestro Chenel. Y si analizamos lo que ocurrió aquel día, lo podríamos resumir en dos palabras: naturalidad y torería. Frascuelo o el propio Curro son viejos, indudable e innegable, pero cómo llenaron cada milímetro de ese ruedo cuando rompió el paseillo. El resto, incluido el maestro Rincón que calza ya sesenta tacos, digamos que sólo son mayores, aunque a los ojos de algún neófito venteño sean también reliquias.

En el toreo siempre hemos vivido del pasado, sobre todo cuando poco a poco nos vamos haciendo veteranos y aprendemos a distinguir el oro de la paja. Idolatro (aquí ya lo he dejado escrito más de una vez) a Pepín Martín Vázquez, a Rafael el Gallo, a Juan Belmonte y aunque a regañadientes, también a José y a Curro y al Maestro Paula y a Mondeño y al Viti y a Camino... y a unos cuantos más que no nombro por no cansar. Y precisamente por esa adoración, sigo buscando en el presente esas gotitas de lo viejo, de lo que engancha, de lo que recuerda qué es el toreo.

Esta foto que he subido y que estos días andaba pululando por las redes sociales, ha sido la que ha inspirado estas líneas. El paralelismo entre el flamenco y el toreo es más que patente, pero no por lo tópico: cantar por Mairena o por Caracol no tendría sentido si el intérprete no aporta su corazón en el envite y lo mismo ocurre en el toreo. Rancapino Chico no es su padre, ni lo pretende, lo mismo que Urdiales no pretende ser Romero, pero a los cuatro les une un término que es esquivo para muchos de nosotros: el sentimiento.

Lo viejo siempre estará de moda en el toreo, pero no nos equivoquemos, no es añoranza, es la esencia.





sábado, 11 de octubre de 2025

Y ahora que esto termina...

La foto es del gran fotógrafo de toros, mucho mejor que Miguel, Don Carmelo Bayo, que se está pasando a la fauna iberoasiática
                                                                                                         (Vespa Vetulina)
   La foto es del gran artista multidisciplinar Don Carmelo Bayo, mucho mejor que otros, dónde va a parar.

Reconozco que estoy hecho un lío y tentaciones tengo de preguntarle a Chat-Gpt qué leches me ocurre, para seguir recayendo una y otra vez en la idea de predicar en el desierto del Gobi. Mis alumnos de la Universidad, al menos ponen cara de susto-tedio cuando intento explicarles cómo se ejecuta una sentencia, pero el público que acude a las tertulias taurinas en las que de cuando en vez participo, me mira como pensando: ya está aquí el listo este diciendo barbaridades sobre lo que es el toreo. No doy con la tecla, no sé explicar el misterio del sentimiento.
Al final he sucumbido a la inteligencia artificial y le acabo de preguntar a una muchacha inexistente pero con voz muy agradable, qué coño es el sentimiento. Os transcribo la respuesta:
"El sentimiento es una experiencia subjetiva y duradera, que surge como resultado de una emoción o de una combinación de emociones, pensamientos y percepciones. En otras palabras, es la forma consciente en que vivimos y comprendemos nuestras emociones".
Hablar de uno mismo resulta generalmente petulante, si quien lo hace no tiene un "algo" por detrás que le avale como para que le escuchen y por tanto, contar lo que se siente puede resultar además de petulante, aburrido. Siempre he pensado que la manera de entrarle al personal es preguntarles sobre ellos mismos porque la verdad es que a la gente le gusta contar su vida, pero de ahí a contar lo que sienten va un trecho. 
A medida que voy escribiendo, me voy dando cuenta de que tal vez mi problema en esto del toro es querer que todo el mundo sienta lo que yo siento cuando veo un muletazo lleno de toreo, es más, a lo mejor ni siquiera el toreo es "uno" y lo que para mí es trascendente, para el resto es nimio.
No encuentro otra explicación a nivel de aficionados, a que una de las mayores conmociones de la temporada cual fue la faena de Urdiales en Bilbao, se haya visto recompensada con la nada más absoluta.
A nivel de empresas sí que las hay (explicaciones) y muchas, pero voy a obviar este tema porque de verdad que ya me da grima y pena, escribir sobre un sistema que no premia lo artístico, o lo que el público demanda, o demandaría si al menos le diesen la oportunidad de verlo. 
Por no hablar de Urdiales, toreros como Víctor Hernández, que en San Isidro demostró lo que demostró y el otro día lo refrendó y otros jóvenes como Jarocho o Mario Navas que este año como se dice coloquialmente, no ha visto un pitón, debieran estar en las ferias para propiciar el relevo y para refrescar el toreo, porque ahí subyace el problema.
A uno de los toricantanos de este año que mejor torea y no porque sea amigo, sino porque es así, Fabio Jiménez, le puede llegar el momento, aunque no lo creo, en que por la necesidad de torear, abandone su concepto y se "venda" a eso que se venden muchos de los jóvenes que prometen: a ser meros actores que ofrecen a un público lúdico, aquel espectáculo que quiere ver y a dejar de sentir por tanto, el toreo.
Si quieres ponerte delante de un toro, no sólo  tienes que "aliarte" con el curioso por denominarlo de alguna manera, entramado empresarial que de facto gobierna la tauromaquia, sino que tienes que vender tu alma de torero a un público que pide espectáculo y vivir no sólo del riesgo a que te mate un toro, sino de hacer lo que no sientes, pasándotelo diez veces por la espalda, otras tantas de rodillas y toreando a cien por hora y si no, piensen ustedes en muchos de los jóvenes y de las jóvenes que más han toreado esta temporada.
Describo la situación de los noveles, pero es que hay veteranos a los que el público no ha visto y que torean como los ángeles. Me sabe fatal que a un torero como Fortes, se le haya descubierto tan tarde, pero al menos, cierto es que este año ha toreado y me parece injusto que alguien con la sensibilidad de Rubén Sanz haya tenido que confirmar su alternativa en una concurso, que por cierto le debiera dar crédito suficiente para acartelarse en una docena de plazas con un tipo de toro acorde a su arte y buen gusto.
Y si de toros hablamos, otro tanto de lo mismo: puedo entender que las figuras no salgan de la zona de confort que les retroalimenta: un gran número de corridas con las mismas ganaderías de garantías, más temprano que tarde hace que consigan el favor del público, lo que se traduce en contratos y a su vez en dinero. ¿Pero y el resto? Da la sensación de que no ser ganadero "top" a lo único que te da derecho es a ser un romántico del campo bravo que tiene que alimentar a sus animales por mero altruismo. Y señores, entonemos el "mea culpa" porque en muchas ferias se nos llena la boca pidiendo al menos una corrida de toros que no sea más de lo mismo y después de conseguirla, no vamos, o vamos cuatro. La ecuación manida de si hay toros no hay toreros y viceversa, es una falacia a desterrar. Lo que tenemos que hacer es saber ver toros y saber ver toreros en función del tipo de toro que tienen delante. La gente de Tres Puyazos, tienen un concepto posiblemente antagónico al mío, pero he ido a ver sus  festejos y pienso repetir porque no deja de ser otra oportunidad de sentir, diferente pero también profunda. En definitiva, debe haber toros y toreros para todos..., aunque yo mañana me voy a ver a Curro Vázquez y a volver a ser aquel chaval que disfrutó tanto de su toreo en la Manzanera.
Y también a Morante, por si acaso...

sábado, 23 de agosto de 2025

Diego Urdiales: La vida a veces es tan bonita...




La máxima del título no es mía, es de alguien que seguro que sabe mucho más que yo de toros y de las vueltas que da la vida: Patricia Navarro.

Y es que para vivir, es imprescindible ser feliz de vez en cuando para así poder equilibrar un poquito la balanza de la  Diosa Diké a la que los romanos llamaron Iustitia. 

Estos meses han sido duros de cojones. Ninguno hemos sabido lo que pasaba realmente por la cabeza de Diego, aunque hemos podido imaginarlo, porque cada vez que la esperanza se diluye en una charca oscura e interminable, se empieza a morir un poco.

El toreo no se olvida, como no se puede olvidar a la madre. Está ahí, en las yemas de los dedos, agazapado, esperando a una muchacha esbelta que responde al nombre de ilusión. Llegó hace unos días nada más, pero trae una maleta tan cargada, que lejos de pesar, parece que flota. 

Y se quedará con él hasta que él quiera.

jueves, 1 de mayo de 2025

Ganadería Juan Pedro Domecq: en recuerdo de Ombú

Un hermano de padre y madre de Ombú, padreando

Siempre he buscado excusas para no ir a "Lo Álvaro", pero en mi último viaje al campo sevillano la visita fue inevitable y bien que me alegro, porque volvió a mi recuerdo un toro bravo, para mí, único. Nuestros prejuicios como aficionados muchas veces nos han hecho perder el norte de lo que es el toro y lo que son los encastes y eso que yo creo que no soy de los que pecan de extrema ortodoxia en ese sentido. 

Disfruto lo mismo, tal vez de otra manera, viendo un bravo de Dolores Aguirre como vi el otro día en el ciclo que organizó el club Tres Puyazos (a lo mejor si hiciésemos una puesta en común no coincidiríamos en cual de ellos fue para mí el verdaderamente  bravo), que viendo uno de Juan Pedro metiendo los riñones en el jaco y queriéndose comer la muleta después.

Y la verdad es que ya han pasado unos cuantos años y no puedo olvidarlo porque fue un gran toro que definió a la perfección Zabala de la Serna, que digan lo que digan, muchos o pocos, de esto sabe:

"OmbúQué nombre más rotundo para tanta belleza. Una pintura jabonera, un cromo de armonía veragüeña. El toro cincelado por Dios. Habitaba en su interior la bravura, la casta envuelta de calidad. De principio a fin con la boca cerrada. Ese tópico que se hacía verdad. La humillación cierta como el empleo en todas las suertes. Ombú en el caballo empujó con estilo y riñones. Como lo había hecho en el capote de Luis David Adame. En las templadas verónicas del saludo y en las arrebatadas chicuelinas de manos bajas, esa bravura de no hacer ruido. Deslizante y sedosa, sin una sola renuncia"

Tenemos que conservar ese pequeño gran tesoro que es la bravura,  y lo debemos hacer libres de prejuicios, porque los toros bravos no conocen de encastes, porque tenemos que ser capaces de apreciar la bravura más allá de la báscula, del volumen o del tamaño de los pitones y porque al final, un toro bravo no se olvida haya sido o no, de triunfo rotundo.

En la ganadería hay muchos toros, muchas corridas preparadas para este año taurino que comienza y estoy seguro de que más de uno, será bravo. Entre las fotos, deficientes como de costumbre, hay alguno que va para Sevilla. Ojalá sean los elegidos para engrosar nuestra lista de recuerdos.