domingo, 25 de julio de 2010

Encaste y torero

Lo de ayer de Victorino en Tudela no es que fuera para tirar cohetes, pero yo al menos vi un primer toro que me encantó, con todas las virtudes y defectos del encaste, en una corrida muy desigual de presentación y con algunos toros entraditos en años y con un cuajo de esos que producen más que respeto. En general no me desagradaron del todo los victorinos porque en su mayoría ejercieron de tales, eso si, se sigue atisbando ese "fallo genético" que ha tenido el ganadero y las salidas sueltas entre muletazo y muletazo, en unos toros cuya principal característica ha sido la fijeza, siguen preocupando.
Paso de escribir sobre Ferrera. De Aguilar pienso que es un buen torero pero se vende muy mal. Además tuvo un sexto bueno al que no supo dominar y al que toreó de pico en demasiados muletazos.
Diego Urdiales, ante un segundo toro que de salida nos dio la impresión de que iba a ser de los de pánico, estuvo tranquilo, asentado y con las ideas muy claras. Tal vez por eso, por hacer las cosas bien, por ponerse en el sitio y por una primera serie de naturales excelente, además del consabido estoconazo, cortó una oreja merecidísima y le regalaron otra que no vino nada mal.
Estoy convencido de las posibilidades del torero, de su capacidad, de su saber hacer y de su estética, pero por qué no se acopló con el quinto?. Cierto que el principio de fanea de muleta fue esperanzador y que el toro era uno de esos listos de Victorino que parecen tener la columna de goma a la hora de revolverse, pero en el fondo, era un animal que tampoco se comía a nadie. Tal vez será que Diego necesita siempre que el toro sea de los que transmiten algo más al tendido?. No lo creo, como ya he escrito le sobra técnica y estética para estar bien con casi cualquier "cosa". Supongo que la respuesta la sabe mejor que nadie Diego, pero de momento, a saborear dos orejas y a esperar esta tarde en Vitoria. No vendrían nada mal otras dos... como mínimo.

1 comentario:

Enrique Martín dijo...

El principal inconveniente que tiene Diego Urdiales es que él es torero, no un pintamonas y si además a esto se añade que no es ni guapo, ni tiene una novia cañón, ni se mueve en ese mundo de la patraña, pues entonces pasa que lo que hace no tiene el eco de otros casos. Lo único que podemos pedir es que no se deje embrujar por el espejismo triunfalista que impera en los toros.