viernes, 31 de diciembre de 2010

Millones de toreros.


Soy muy malo para recordar frases y autores, pero alguien dijo que en este país, por el mero hecho del nacimiento se es médico, y cuando se aprende a leer y escribir, abogado.
Quiero significar con ello que aquí parece ser que todos entendemos de todo y en nuestro mundo, pues más todavía. Comprendo que existan veinte millones de entrenadores de fútbol, que todos critiquemos la mala estrategia en la última carrera de Ferrari, o que nos permitamos el lujo de decir que el talón de Aquiles de Nadal es el saque. La razón es sencilla: quien más quien menos, conduce un coche, ha jugado al fútbol en el patio del colegio, o le ha dado media docena de raquetazos a una pelota, es decir, somos "prácticos" y alguno hasta practicante.
En cambio todos aquellos que desde el tendido pensamos en los terrenos que debe pisar el matador, en la intensidad del puyazo, en el lugar donde se debe llevar a cabo la brega, en la altura a la que debe situarse la muleta, en el temple que se debe dar al recorrido, etc, etc, no nos colocamos ni delante de una cabra si tiene cuernos, es decir, nada de practicar aquello que predicamos.
Por todo ello y a pesar de que escuchar opiniones no es malo ni siquiera para un torero, me sonrojo al imaginarme diciéndole a fulanito, pongamos que fulanito es un chaval que empieza, cómo ha de torear, dónde ha de ponerse y lo que debe hacer delante de un animalito que ansía cornearle. Y por todo ello, en ocasiones siento vergüenza ajena, de quienes gratuitamente hacen comentarios mal o bien intencionados,  a los chavales que quieren ser toreros, porque una cosa es enseñar (y de toros sólo saben las vacas) y otra es ir de listo tras las tapias de las plazas de tientas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Las críticas a los que comienzan en esto tienen que ser constructivas. Hay que exigirle a todo aquel que se pone delante del toro, pero no me parece bien que se le pida más a un novillero que a las figuras.