Para un servidor, admirador de Baricco, la mejor manera de pintar la belleza del mar, es como lo hace uno de sus personajes, con agua de sal. Y la mejor manera de describir lo que he vivido este fin de semana, tal vez fuera provisto de capote y muleta, pero no me alcanza el valor ni el arte. Yo creo que tanto hoy como ayer, todos los aficionados que hemos llenado, si llenado, el Arnedo Arena, hemos salido toreando aunque sea de salón, aunque sea de sentimiento, aunque sea de emoción, aunque sea de gusto, aunque sea de afición. Es difícil explicar como todo un pueblo vive nuestra bendita fiesta, cómo disfruta, cómo agradece los gestos, cómo acoge a los toreros y cómo se vuelca con ellos.
No escribiré hoy sobre toros porque aunque sé que es lo que muchos de vosotros estáis esperando, quiero seguir disfrutando de esa maravillosa sensación que me deja Arnedo, la sensación de saber que esta ciudad no es una trinchera para los amantes de esto del toro, es más bien un santuario al que os aconsejo peregrinar al menos una vez en la vida. Cuando lo probéis, vais a repetir.
1 comentario:
Desde luego que Arnedo es una trinchera para el aficionado. Cada vez quedan menos y hay que intentar conservarlas.
Publicar un comentario