sábado, 10 de septiembre de 2011

La monosabia de La Brède

Llevo meses esperando que alguien escriba sobre ella  porque estoy convencido de que yo no voy a ser imparcial; de que me va a poder la pasión; de que la flecha de cupido va a obnubilar, más si cabe, el basto cuadrante de mi cerebro dedicado al "ars amandi"  y de que no voy a ser capaz de ser un mero notario de aquello cuanto aconteció en La Bréde.
Quienes la vimos, sucumbimos a sus encantos, a su manera de llevar la segunda garrocha del picador, a su modo de ofrecérsela, a su sobriedad cerrando el portón de salida, a esa mirada eternamente enfadada.... . No era bella, no lo era, pero si raza pura: las uñas rojo pasión, el vaquero ceñido, el escote dejando ver únicamente  un  pequeño cebo irresistible a la imaginación, los ojos misteriosos, el pelo recogido..., profesional, muy profesional: ni una vaga sonrisa, ni una mueca, ni una sola concesión a la galería..., en definitiva: el brillante en bruto más cotizado del callejón.
Yo le robé una foto, y ella me robó el  trozo de amor que  celosamente guardo para estas ocasiones, ese que dura lo que una faena en la tarde de un verano al otro lado de los Pirineos.

3 comentarios:

Pablo García-Mancha dijo...

Impresionado monosabio con tus amores corporativos, amores furtivos y velados de una tarde de toros en el centro de Europa.

Monosabio, es bueno, muy bueno, que el amor te siga obnubilando

Enrique Martín dijo...

Muy buen gusto, sí señor, y no puedo, ni debo, decir más.
Un saludo

Gonzalo Ortigosa Yoldi dijo...

UFF. POETRY IN MOTION.