Ayer estuve viendo una novillada de Carriquiri en Peralta y a medida que iba transcurriendo el festejo, me di cuenta de que los novilleros, salvo en plazas de responsabilidad en las que no se les deja salir a otra cosa que no sea torear, siguen, como siempre y como es lógico hasta cierto punto, copiando de sus mayores y no precisamente lo bueno.
Supongo que quien más quien menos se habrá percatado de que nuestros "Geses", al menos en su mayoria, dividen sus faenas en dos partes como se hacía en el bombero torero: la parte más o menos seria, según la entidad del cornúpeta que les haya correspondido, y la parte digamos "divertida" en la que la historia consiste en hacer pasar al toro una y mil veces por el mismo sitio sin mover las zapatillas, con interminables series de trapazos infames rematadas con veintiséis pases de pecho.
Hay unos cuantos que como no forman parte de esa élite, personalizan el tema a su manera y para no dividir la faena, se dedican únicamente a lo de los trapazos, zapatillazos, martinetes y eso si, los veintiséis pases de pecho sin rectificar, bueno rectificando un poquito nada más.
Curiosamente un natural largo y profundo consigue de los tendidos un olé de los de ronquera, y veintisiete martinetes logran el delirio del personal al que no le ha salido ese olé de las entrañas, es decir y por desgracia, a la gran mayoría.
La dicotomía es clara: dar espectáculo a muchos, o torear para que lo saboreen unos pocos?. Quizá toreando, sólo toreando, esos muchos que no sienten el muletazo, con el tiempo, acaben aprendiendo a sentirlo. Tal vez sería cuestión de probar...
Pues bien, los toreros en ciernes, es decir, los novilleros, hacen un planteamiento de faena similar al de sus maestros y acaban por olvidarse de lo que es torear. Piensan que con un par de series por el derecho y una por el izquierdo, el novillo está ya listo para dar espectáculo y no es así. No digo que no se haga, porque al fin y al cabo entiendo que son recursos y como tales son válidos, pero son eso, recursos, no el eje central de una faena y caer en ese vicio es peligroso tal y como estamos viendo en toreros como Talavante, que un día en Zaragoza se dejó llevar por el sentimiento y toreó según le dictaba el corazón, pero como vio que eso enganchaba al personal, lo ha incorporado a su repertorio para todos los toros que le salen, y eso, si nace de dentro si que puede ser torear, pero si nace de un guión preestablecido, está claro que no.
Así que aviso a navegantes: Si hay novillo se torea y cuando se termina el novillo se acude al recurso, pero no antes.
Dicho queda.
2 comentarios:
Es que, diría Groucho Marx (a propósito de la ilustrativa imagen que ilustra tu entrada): "No estoy seguro de cómo me convertí en comediante o actor cómico. Tal vez no lo sea. En cualquier caso me he ganado la vida muy bien durante una serie de años haciéndome pasar por uno de ellos".
Quizás si sustituimos las menciones al "comediante" o al "actor cómico" por la de "torero", en muchos casos, el efecto sería el mismo... Ni los interesados, ni nosotros nos explicaríamos de qué manera han hecho para "pasar por uno de ellos".
Saludos desde Aguascalientes, México.
Tienes razón Javier. Poco a poco, sin darnos cuenta, nos han ido metiendo gato por liebre y llevando al gran público a su terreno, el de la cantidad y no la calidad.
Saludos cordiales.
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