domingo, 30 de septiembre de 2012

Zapato de Oro de Arnedo. Cuarta de abono. Cebada Gago: sin clase.

Sabemos que los cebadas no atraviesan un buen momento, pero quizá siempre esperamos que de una corrida a otra vuelvan por sus fueros. Hoy esto no ha ocurrido y hemos asistido a un encierro muy astifino, con cierta falta de carnes en alguno de los ejemplares, pero con una presentación aceptable en líneas generales. Eso si, si hablamos de bravura, de casta y de juego, hemos visto muy poquita cosa: Novillos ni  bravos, ni mansos sino todo lo contrario, rebrincados, reponiendo, midiendo, cortando el viaje y con embestidas que en líneas generales no han dado ninguna brillantez al evento. Si a ello le unimos que ante un astado que  va a regalar poco hay que asumir riesgos a sabiendas de que la obtención de orejas va a ser más que difícil, es probable que el compromiso se quede en un mero conato.
Gómez del Pilar, frente a un primero "potable", ha estado sin más, no ha conseguido templarlo y si bien es cierto que al final se ha metido entre los pitones, no ha dejado de dar la sensación de ser un novillero muy cuajado al que también le sobra oficio a estas alturas y le faltan esos otros componentes que yo espero de un novel. En su cuarto, lo he visto mejor, solventando, o al menos intentándolo, las dificultades de un novillo muy complicado que parecía que quería embestir por abajo en algunas ocasiones y en otras protestaba cabeceando ostensiblemente.
De Rafael Cerro, sólo he visto retazos de buen torero de capote en su segundo y con un quinto feo, mansote y complicado, tampoco se le han atisbado ganas de tirar la moneda.
Como diría mi amigo Víctor García "El Víctor", Tomás Angulo está más verde que un cunacho, y si bien no me ha parecido precisamente un buen capotero, ha sido el novillero que con diferencia más me ha gustado de los tres. Se la ha jugado en el tercero, se ha puesto con verdad y por momentos he llegado a pensar que iría al hule tarde o temprano, pero ha aguantado el tirón ante un novillo también muy complicado, que reponía y que miraba sin cesar. Tal vez el público no se ha enterado, o al menos daba esa impresión, pero insisto en que ese es el camino para llegar, o al menos el que yo creo que debe ser. En su sexto, el mejor hecho de todos, nuevamente ha arriesgado, ha dado distancias con acierto y ha tragado embestidas descompuestas llegando a evitar que el novillo tocase la muleta, logrando así alguna serie por el izquierdo. La faena ha sido sincera y aunque ha tenido altibajos, el público ha reconocido la dificultad y ha premiado a Angulo con una merecida oreja en mi opinión.



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