lunes, 11 de febrero de 2013

En Guarromán?

Un año más ha llegado febrero y he vuelto a tener el privilegio de asistir a los tentaderos para elegir novilleros del Zapato de Plata que se celebran en Guarromán. Podrían celebrarse perfectamente en Nájera o en Arnedo, pero... no sería lo mismo.
Guarromán no es sólo un pueblecito de Jaén con cientos de ganaderías en pocos kilómetros a la redonda donde tentar vacas que a los chavales les permitan al menos, estar. Es un lugar de peregrinación al que los buenos aficionados de Arnedo van cada año haciendo un pequeño esfuerzo económico por el puro placer de la convivencia. Allí estamos tres noches y sus días y le pese a quien le pese no hay mucho más que contar. Se convive, se va al campo, se conoce a los becerristas, se charla con ellos, se ríe y se discute de toros... poco más. 
 El sur es una bonita palabra si de toros hablamos verdad? y que buen sitio para tentar. Hace frío en esta época del año, pero generalmente hace sol, ese sol que a eso de las doce calienta que da gusto y reconforta, como el almuerzo que cada día nos trae Paco, el dueño de la Mezquita, ese pequeño hotel restaurante que nos hace de hogar durante nuestra estancia. Sin lujos, sin parafernalia, pero como mucho sabor taurino y muy buena voluntad.
Y eso es Guarromán, sólo eso, y yo no soy quien para decirlo, pero creo que no se le cierra la puerta a quien quiera ir, eso si y como se dice en esta bendita tierra "a escote".

Y yendo a lo puramente taurino he de explicar que este año no he podido asistir más que un día, así que mi criterio como veedor de chavales, de poco sirve y por tanto me voy a limitar a escribir sobre uno de los participantes: mi medio paisano por parte de madre Javier Marín, nacido en Cintruénigo, de madre riojana y  universitario, si si, los toreros estudian señores!. Lo conocía de otros tentaderos. Está verde, verde, verde y seguramente no clasificará, pero en poco tiempo ha mejorado un montón y esa fue la impresión que causó en mucha gente. Llegará o no llegará, pero en el ratito que estuve charlando con él me di cuenta de que el cesto tiene mimbres: afición, humildad y muchas ganas de aprender, así que... a intentarlo.












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