domingo, 10 de marzo de 2013

Primer duelo ganadero en Castellón. Las anécdotas.

Ayer estuve en la bonita (por dentro) plaza de toros de Castellón y compartí localidad con dos señores, cuya identidad desconozco, de esos que reconfortan a uno como aficionado, al darse cuenta de que esta especie en extinción todavía cuenta con  algún que otro ejemplar digno de ser conservado. Hablábamos el mismo idioma y contrastábamos matices que a otros tal vez pasarían desapercibidos. Escribo esto porque ayer el público, el gran público, y no voy a personalizar en Castellón ni mucho menos, me volvió a transmitir que como en muchos aspectos de la vida, la profundidad, la sinceridad y la verdad, deja de ser el eje de la cuestión para convertirse en una mera anécdota. Comprendo que la gente quiera divertirse, pero corremos el riesgo de convertir una tarde de toros en un espectáculo en el que la farándula puede hacer su agosto. Me explico: Me encanta la cuadrilla de Castaño pero no me agrada tanto esa especie de "show" mediático que tienen preparado para tarde tras tarde, junto a su matador, ofrecer al respetable sí o sí. El toreo es un ejercicio de interiorización, pero por aquello de satisfacer a la mayoría, pretendemos convertirlo en todo lo contrario y eso, le pese a quien le pese, no es toreo.
Y escrito esto, os diré que Urdiales estuvo inmenso nuevamente en colocación, en pureza, en torería y en clasicismo con sus dos "toros" por llamarlos de alguna manera que mandó ayer Victorino a la feria. Toreó bien de capote a su primero y le cuajó una faena notable sobre todo al natural. A su segundo toro, mirón y sin entrega, lo fue "haciendo" y el titánico y arriesgado esfuerzo mereció la pena porque se disfruta muchísimo viendo la gran capacidad de Urdiales para sacar petróleo de pozos secos. Falló con la espada, y eso a estas alturas de su carrera y en esta temporada, no puede perdonarse. No hay que perder ni una sola oportunidad, y ayer pudieron ser dos orejas, una en cada toro,  las que se hubiera llevado en el esportón.
De Castaño ya he escrito más arriba. El camino fácil es ese, encandilar al público citando al toro desde veinte metros para después torear sin profundidad. Le he visto tardes magníficas y espero que vuelva por sus fueros.
A Gallo, torero en el que tengo fe, lo vi  un tanto desdibujado, sobre todo en el sexto, un Cuadri que para mí  fue el mejor del encierro, pero de  todos modos, chapeau por este torero que no le hace ascos a las llamadas "duras"  y que en pocos días se enfrenta a serios compromisos.No se me olvida, porque dejo lo bueno para el final, la mención especial a mi amigo Víctor García, "el Víctor", que ayer se volvió a vestir de plata y con nota alta, después de su percance en la Fería de San Mateo Logroñesa.











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