martes, 30 de abril de 2013

El falso torerismo

Uno de los visitantes del anterior post, ya dejó apuntado en sus comentarios el título de esta segunda parte, que si bien estaba "programada" no estaba pensada. Más de uno creerá que esto es un modo de intentar contentar o descontentar a todo el mundo. Ni mucho menos. Hace años que mi nutrida cabeza de escaso cerebro le da vueltas a la dicotomía (que por otro lado no debiera existir) torismo-torerismo y la verdad es que sigo sin encontrar un término medio que marque un inicio pacífico de esta discusión.
Como ya dije, no debemos hablar en términos absolutos de los encastes, pero tampoco de los toreros. No todas las verónicas que pega Morante son buenas y en cambio el personal "canta" todas y cada una de ellas. Las estocadas del Juli son como son y el caso es que el delirio comienza cuando el toro es finiquitado por el aéreo puñetazo que suelta el maestro Julián. A Manzanares se le adora por su fino estilismo, por su suavidad en el manejo de las telas, pero parece ser que pocos reparan en que el burel pasa por allí a una distancia mucho más que considerable que hace que aquello carezca de consistencia. Perera es sinónimo de valor, pero que valor tiene vaciar los toros en línea recta si el toreo es redondo?. Podría seguir desgranando una a una todas las pequeñas trampas que parece que el público torerista no ve, pero no quiero cansar al personal. 
Me queda claro que con estas dos entradas no voy a dejar contentos a ninguno de los dos "bandos", pero es lo que hay y nuevamente me remito a la conclusión que ya he dejado apuntada en varias ocasiones: los términos absolutos podrán valer para la ciencia,  que tampoco lo se, pero lo que si se es que para el toreo, no valen.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Bajo mi punto de vista, el sector torerista, englobado por ej. por ganaderos como Cuvillo, prensa como Cultoro-Zabala y ciertos toreros como El Juli, son dogmáticos con el toro. Exigen un toro con un comportamiento estricto: no puede tener genio, soltar la cara, dejar de humillar completamente, ir de largo (ahora resulta que eso es "inercia" y no bravura), ser andarín, puntear, derrotar, desparramar la vista o mirar al torero (esto es de traca), etc. etc. O sea, debe ser un carretón si o si. En definitiva debe ponerlo todo, tener clase, ser artista, ya que al parecer ellos no lo son. Y cuanto más cosas no quiere hacer el torero (saber enfrentarse a un toro con problemas), más debe, como consecuencia, poner el toro. No quieren torear. Por el contrario, el aficionado mal autodenominado torista (7 de Madrid, cierta afición francesa, diferentes blogs) es dogmático con el torero y todo lo que se salga del credo vidaliano no es torear. Cualquier recurso como la pata p'atrás, perder pasos, tocar afuera, linea recta, etc. está mal visto. Creo que la clave está en que todos sean menos dogmáticos. Al fin y al cabo el toro es lo irracional y tiene derecho a ser todo lo caótico que quiera en su pelea, caos que el hombre debe organizar, convertir en armonía pudiendo usar los recursos que vea conveniente (dentro de un orden) y que provoquen que el toro vaya toreado, que es al final de lo que se trata.
Un saludo
J. C. Romero

Anónimo dijo...

Discusión dice usted al comienzo del post? Lo primero que tiene que hacer es dejar una opinión más o menos legible y desarrollada y a partir de ahí podremos estar a favor o en contra. No encuentro argumentos suficientes en sus ambiguas palabras para posicionarme, pero lo único que no me considero de todo lo que usted esgrime es "falso".

Un saludo:
Nemesio Calatrava

Enrique Martín dijo...

Creo que lo de torismo y torerismo van muy unidos, estrechamente unidos. El aficionado torista se rinde a los pies del torero en el momento en que éste se hace el dominador de la situación y derrocha arte y saber, todo el saber que el toro íntegro exige.
Un abrazo