martes, 11 de junio de 2013

La mirada atenta


Madrid, su isidrada y su arteyculturada han terminado. Tarde tras tarde, aquellos que huyen del clavel y del copazo, han ocupado con estoica abnegación sus localidades allá en las alturas. En líneas generales ha sido un ciclo nefasto por una razón principal rodeada de unas cuantas accesorias. La principal es que apenas hemos visto toros y no me refiero al trapío, sino a la casta, esa casta que incluso en las ganaderías que más garantía podrían haber dado de conservarla, ha sido prácticamente inexistente. Me preocupa menos que los toreros hayan estado o dejado de estar bien porque eso tiene arreglo, pero la casta, si se pierde, no.
No quieren ser estas líneas un resumen de lo acontecido, pero si un lamento por Madrid, por mis desconocidos camaradas que van deshojando la margarita de las ganaderías corrida tras corrida, sin poder salvar apenas tres o cuatro pétalos, si me apuran, marchitos.
La empresa afirma que esto no da más de si, que la próxima generación no acudirá a esa grada a aprender la liturgia de los mayores. Dicen y con razón, que algo de culpa tiene el vidente en cuestión, pero yo creo que puestos a buscar culpables, el mayor de todos ellos y paradojicamente el más inocente, es el pobre toro, ese animal al que le hacemos auténticas perrerías, no en la plaza, no nos confundamos, sino antes de llegar a ella mutando sus genes hasta hacer del mismo algo que en esencia no es, hasta convertirle en colaborador necesario de un fraude.
Yo soy, he sido y seré derrotista por naturaleza y sinceramente creo que esto no tiene arreglo. Hay quien quiere ver en el borrón y cuenta nueva la solución a todos los males de la fiesta. Que se vayan todos los que sobran y que venga sabia nueva, con ideas modernas, con fórmulas atractivas y alternativas, pero yo insisto, dónde encontramos a estas alturas la casta perdida?, en el mismo ámbar que Spielberg usó para devolver los dinosaurios a la vida?.
Deseo que sea verdad eso que dicen del toro de Madrid, deseo que sea cierto que la causa de la causa sea el haberlo sacado de tipo y lo deseo porque si eso es así, volveré a ver auténticos toros en otras plazas aunque no sean la primera del mundo y ello querrá decir que todavía esto tiene arreglo, pero como tengan razón ellos, los que miran desde las alturas de su grada y una cosa no tenga nada que ver con la otra, la llevamos clara.

1 comentario:

Enrique Martín dijo...

I.J. del Pino:
Se me había escapado esta entrada, pero qué quieres que te diga, uno ya no sabe si está loco o si los locos son los demás, si vive en un mundo de locos o de golfos, o ambas cosas y aunque se ponga todo el celo por parte de uno, siempre hay quien te quiere hacer dudar. Que si el toro fuera de tipo, como apuntas, pero luego te das cuenta de que esto ocurre desde hace décadas, siglos incluso, que todo, absolutamente todo está fuera de tipo, que los grandones, dependiendo de que ganadería, van mejor y sin problemas para meter la cabeza. Ya digo, hecho un lío. Esos de la foto más parece que estuvieran un día de las motos o un concierto de el Arrebato, por la cara de interés que ponen. O igual posaron adrede para la foto.
Un abrazo