El pasado lunes compartí velada con un par de amigos y con el tipo de la foto, Paco Aguado. Para mi es uno de los mejores del periodismo taurino. Seguro que él nunca lo diría de si mismo porque es un profesional modesto, pero es maestro de maestros en esto del cuerno y del traje de luces, respetado incluso, no por todos obviamente, por muchos toreros que eso si que es difícil.
La conversión del metal en algo manejable, la plastilina, o el barro, fueron los símiles que se emplearon durante nuestra charla para crear al toro. Hubo anécdotas curiosas, cómo no, pero también hubo pensamiento profundo alrededor de la tauromaquia y aroma de buen toreo.
Cuando a eso de las tantas de la madrugada aterrizaba en mi cama, pensaba en tres cosas:
En no hacer ruido
En que me tenía que levantar a las siete
Y en que cuatro tipos "cierrabares" que en plenas fiestas de San Mateo de la ciudad de Logroño son capaces de pasarse horas y horas hablando de toros, como mínimo, son un poco raros.
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