lunes, 18 de agosto de 2014

Las varas de medir


Hace un tiempo escuché decir a alguien que sabe mucho más de esto que yo, que la bravura de un toro no se demuestra en el caballo, sino que es al final, en la faena de muleta, cuando el animal saca lo que lleva dentro y deja hasta la última gota de casta, de bravura, o de mansedumbre en el ruedo.
No comparto esa idea, si bien tampoco soy partidario de aquellos que piensan que la bravura se mide sólo en el caballo. Para mí es un compendio de todo, desde las reacciones de salida, pasando por empujar abajo y con fijeza en el peto, ser pronto en la arrancada después del primer puyazo, no salir suelto y desarrollar fiereza, que no genio, en la muleta.
El domingo pasado Pedraza de Yeltes lidió un corridón de toros en Dax y a punto estuvo de indultar uno si Castaño hubiese sido capaz de darle una serie rotunda más. Ese toro, de nombre Miralto, entró cinco veces al caballo si no me equivoco y la última desde prácticamente la puerta de chiqueros. Puro espectáculo que puso al público en pie, como puro espectáculo fue también Tito Sandoval con ese "par" que le echó llamando al animal desde tanta distancia y aguantando el empuje que aquel mercancías. Pero Miralto, si bien para mí fue un toro de nota y mereció la vuelta al ruedo, no fue el paradigma de la bravura. Habrá quien piense que no se cansó de embestir a todo y es cierto, pero en mi modesta opinión fue un toro al que si se le hubiese obligado de verdad con la muleta, posiblemente hubiese terminado rehuyendo la pelea, porque lo que nadie puede negar es que se le llevó a su altura. Además, creo que empujaba con mucha más fijeza y mucho más abajo el primero de la tarde, si bien es cierto que llegó con mucha sosería al último tercio.
Me gustó el cuarto también, el del triunfo de Urdiales, porque a pesar de tener una romana impresionante (640 kgs) y ser más alto que yo, no tenía mala morfología y desarrolló algo muy importante a pesar de su peso y su alzada, como fue la capacidad de humillación.
Fieros en la muleta..., pues realmente no vi ninguno con esa condición, aunque he de decir que el sexto me pareció excelente para el torero, pero vaya por delante que esto es un mero análisis teórico y que ojalá en cualquier plaza de toros salgan ejemplares con tantos matices buenos como los tuvieron los de Pedraza, eso si, la exigencia de este tipo de animales no es para cualquiera, así que aviso para los señores figuras del toreo: no tienen excusa ustedes para no ponerse delante de ellos, precisamente porque son exigentes y ustedes son los más dotados... o no?

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