lunes, 4 de julio de 2016

Toros


Ayer llevé a un buen amigo hasta los corrales del gas para que viera "in situ" y a tamaño real cómo se las gastan en Pamplona. Los toros vistos desde la parte superior de los corrales, o incluso desde un tractor, pierden tamaño, pero si los contemplas desde el suelo la cosa cambia bastante y uno se da cuenta de que está frente a toda la fuerza y la belleza de la naturaleza. Mi colega se asustó de la alzada de los bichos, máxime cuando un cafre al que reprendí y mira que no soy yo de liarla, se puso a golpear las cristaleras que nos permiten ver sin ser vistos y uno de los animales se acercó con intenciones de arrancarse.
Os cuento esto porque por la tarde me fui a la corrida de Soria: Zalduendos para figuras, con trazas de anovillados algunos y con los que el matador "de toros" ha de poner de su parte todo aquello que a los animales les falta.
No es cuestión de pedir lo mejor de lo mejor para ferias menores, pero si de exigir cierta dignidad que incluso estoy seguro, satisfaría más a los toreros. Veo de todo y no soy de los que excluyen a determinadas ganaderías que no cuentan con pelaje gris. El toro aparece cuando menos te lo esperas. De hecho ayer, el sexto, muy anovillado, fue un gran... "toro" que peleó bien en el caballo y llegó a la muleta con muchas ganas de embestir por abajo y con fiereza, pero a aquello le falta el componente de la igualdad. Es tan manifiesta hoy en día la superioridad de los de luces, que el oponente ha de ser acorde con tal superioridad para que la lucha no sea y no parezca desigual.
El tema está muy trillado ya y no voy a abundar más en ello, pero por si alguien no se ha enterado, lo repito una vez más: El toro es el eje de la fiesta.

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