domingo, 24 de octubre de 2021

Juan Luis Fraile: siempre hacia adelante



Cuando allá por el mes de junio hice mi visita a la finca "Cojo de Robliza", todavía no se sabía con exactitud si esta crisis que ha asolado el mundo del toro, permitiría lidiar y conceder algún que otro balón de oxígeno a quienes lo están sufriendo en forma de cuantiosas pérdidas económicas por dar de comer a sus animales.
Finalizada la temporada, creo que puedo afirmar, que muchos lo seguirán pasando muy mal y que dos o tres de los que lidian para figuras han conseguido quitar casi todo lo cinqueño que les quedaba. El problema se traslada a 2022 donde los que no han lidiado, o han lidiado poco, estarán en las últimas y los que han tenido la suerte de vaciar sus cercados de los ejemplares de saca para 2020, más que probablemente, nos volverán a obsequiar nuevamente con cinqueños, algo que a priori puede ser beneficioso para el espectáculo, siempre y cuando se respeten hechuras y fenotipos, cosa que según hemos visto este año en más de una ocasión, no ha ocurrido.
Juan Luis Fraile, gracias a las explotaciones agropecuarias que realiza en la finca y a trabajar en ella de sol a sol, mantiene su ilusión y la nuestra con dos hierros que no dejan indiferente a ningún aficionado, por aquello de ser míticos y de que no abundan: Por un lado lleva el hierro "titular" de encaste Graciliano Pérez Tabernero (Santa Coloma Ibarreño) porque para quien no lo sepa,  no todos los Santacolomas son los "cárdenos". Y por separado cría con el hierro de "María Cascón" de ese encaste Atanasio-Lisardo no abundante tampoco, pero que sí se prodiga por la zona.
La visita a la dehesa, extensa, bella y cuidada, es más que recomendable por varios motivos: porque ver el hábitat del toro y más de estos bravos que dan verdadero miedo, es siempre una experiencia maravillosa y porque es una manera de ayudar a que esto del toro continúe. El día que fui yo, estaban acosando animales, entre ellos dos "pepas" de retienta que toreó a campo abierto Damián Castaño. Si a todo esto le unimos una degustación de abundantes chacinas de la tierra y la sorpresiva y grata compañía de mis amigos de Peralta, la jornada no pudo ser mejor.































 

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