miércoles, 5 de mayo de 2010

Negra sombra


Estamos prácticamente asistiendo a la cuenta atrás del comienzo de la feria más importante del orbe taurino. No voy a jugar a las adivinanzas, ni haré vaticinios porque para eso ya están los videntes profesionales.
Mi reflexión gira principalmente en torno a las ganaderías seleccionadas por unos y por otros (llámese “unos” a empresarios y otros, a “figuras”). Hay un montón de corridas y muchos hierros para lidiar. El público de Madrid exige integridad, trapío y fuerza. En definitiva, exige toros. Quizá algunos, creo sinceramente que los menos, se empeñan en sacar de “tipo” determinados encastes, pero estoy convencido de que la mayoría no tilda de “chico” a un toro, que por origen, nunca ha sido grande. Eso que exige el público de Madrid (me refiero al que va a ver una corrida de toros y no a hacer vida social), que en definitiva es lo que debiera exigir el de cada plaza, es aquello que me temo que no va a abundar.
He escrito más de una vez en este blog, que cuando se trata de ver arte en una faena, en la lidia de un toro, soy el primero (de los primeros) en apreciarlo aunque sea delante de una becerra desmochada, pero también comprendo que la importancia no es la misma y que una corrida de toros con toros, es como un triple salto mortal con red o sin ella: el salto es el mismo, pero sin red… la trascendencia es mucho mayor.
No hay que buscar culpables de la degeneración de la sangre en nuestra cabaña brava, porque haberlos los hay, pero sirve de bien poco levantar el dedo acusador, lo que hay que buscar es soluciones y quizá, ya que las empresas están para ganar dinero, sean las autoridades las que deban “desligarse” de todo ese entramado y defender, de una vez por todas, a quien han de defender, es decir, al aficionado.
Hemos visto estos días en Madrid unos bailes de corrales infames, porque quizá lo que se había contratado no valía desde el principio (dejando a un lado los percances del ganado), y mucho me vuelvo a temer, que si esto ocurre en repetidas ocasiones durante la feria, acabará por imponerse el desencanto, y vistos los tiempos que corren no es cuestión baladí, porque esto, señores, a la mínima que las cosas no se hagan como deben, se puede acabar en un pis pas.

2 comentarios:

Enrique Martín dijo...

I.J. del Pino:
La cosa es tan sencilla comola planteaas, ni más, ni menos. Si cada uno se queda en su sitio y la autoridad controla que nadie se cambie de lugar, quizás todo iría mejor. Y que verdad es que en Madrid no se quiere el toro fuera de tipo, se quiere el toro con pinta de toro. Pero si porque Buendía no da volumen quieren meterme gato por liebre, no quiere decir que no queramos Buendías, que me encantan por otra parte, lo que no queremos son buendías más chicos de lo normal, igual que tampoco pretendo que sean elefantes. Mañan empezamos y veremos como acabamos.

En Barrera dijo...

La cabaña brava actualmente tiene una falta de casta más que preocupante. Dicho de otra forma y ya que el blog es riojano, cuando se le echa agua al vino que difícil es volver a conseguir un buen caldo.

Por otra parte, a las empresas no le conviene defender al aficionado, porque nosotros exigimos, lo que le interesa es llenar la plaza de público.

Esperemos que en San Isidro la noticia de cada día no sea el baile de corrales. Un saludo.