Ivan Fandiño me parece un buen torero. No es la quinta esencia del arte, pero tiene valor y creo que su honradez profesional está fuera de toda duda.
Me gusta la importancia que le da el público a lo que hace, precisamente porque es de los pocos que busca la verdad en este mentiroso mundo del toro. Da lo que tiene, lo vende bien y por ello se le valora, pero creo que para ser torero y para ser figura, uno ha de tener un componente añadido, un gen distintivo que te conduzca a mandar en todas y cada una de las circunstancias de la lidia. A saber estructurar una faena sin que nadie te lo diga, a saber terminar cuando según tu criterio, la suerte ya esté echada y a cambiar terrenos a la hora de entrar a matar si el toro se pone a escarbar sin que te lo tengan que apuntar desde el callejón.
Tal vez el fenómeno del coaching esté penetrando en el sacrosanto mundo del toro y de momento no me planteo si para bien o para mal, pero lo que sí tengo claro es quien ha de mandar en todos y cada uno de los planteamientos de una faena, se equivoque o acierte y creo que los momentos de buscar cabezas que piensen por tí, son otros, anteriores o posteriores a una corrida de toros.
1 comentario:
I.J. del Pino:
Lo de ser figura está claro que es mucho más grande de lo que los Geses pueden atisbar y de lo que el público puede pensar, aunque se agradece un torero sincero, como muy bien explicas.
Lo del coaching no estaría mal, si se enfocaran bien los objetivos, y que el primordial fuera ser un buen matador de toros, pero ya sabemos que lo que manda son otras cosas. Igual habría que cambiarle el nombre y que fuera simplemente mentor, maestro o simplemente consejero.
¿Cuanta bobada, verdad?
Un saludo
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