sábado, 22 de diciembre de 2012

Sobre la ética del toreo


Lo normal en la sobremesa de una cena es contar chistes o anécdotas graciosas. Lo normal para algunos, porque para otros entre los que tengo la suerte de encontrarme, eso de hablar de la profundidad, del arte, de la esencia y de la redefinición de la ética del toreo ideada por Alfonso Valdecantos, es el rien ne va plus del disfrute si de tauromaquia hablamos.
Después de haber transcurrido unas horas desde que tuvo lugar tan enriquecedora charla, mi conclusión no puede ser más pobre: no hay una ética del toreo, hay muchas, tantas como toreros con alma de torero.
Y que no se me ofenda nadie al ver la foto que ilustra este comentario. No se trata de contraponer ética "buena" y ética "mala", ni de poner ejemplos, ni siquiera de hacer comparaciones. Cada cual, y ahora ya hablo sólo de toreros, entiende su profesión de una determinada manera. Es lo que ellos llaman "vivir en torero" pero son sus matices personales e individuales: 
Hay quien entiende esto sólo como una vía para poder comprar el cortijo y el Mercedes (en realidad creo que no existen toreros que piensan así, o quiero creerlo). Hay quien quiere fama, gloria, nombre y titulares a costa de lo que sea. Hay quien se dedica sólo a torear sin saber si ahí fuera llueve, diluvia o truena y otros en cambio se comprometen y mucho, con la causa de este maltrecho mundo del toro. También tenemos aquellos que buscan la perfección a través de un tortuoso camino que produce grandes satisfacciones (sólo en contadas ocasiones). Otros entienden esto como un paso intermedio hacia  el papel couché, el cine, ó la televisión y sin embargo hay otros que no quieren tele ni de lejos (algunos no la quisieron nunca y otros parecen no quererla ahora). Luego existen los competitivos, los que quieren torear más festejos, cortar más orejas y ganar más dinero. Por el contrario, tenemos a quienes se conforman sólo con el número, esperando que eso sea un aldabonazo y una catapulta hacia un estrellato que les permita entrar en el exiguo grupo de elegidos con derecho a elegir.
Me dejo muchos en el tintero, pero no quiero aburrir (más). Habrá quien opine que la ética es algo mucho más profundo, pero creo que no debemos olvidar, que detrás de esas sencillas descripciones que acabo de realizar, hay toreros de carne y hueso, con cerebro (la mayoría) y con sentimientos de todo tipo que les definen también como personas fuera de los ruedos.
PD.- A que más de uno os habéis preguntado de que estaban hablando Juli y Urdiales en esa imagen?. Se admiten sugerencias.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

victorinos en Bilbao.

F. Romero dijo...

Si te coge el papa te cruje.
¿Relativismo moral taurino?
Me alegra una entrada con la que no puedo estar más de acuerdo.
Si reconocemos a cada hombre el derecho a establecer sus propias normas de conducta, cómo no hemos de hacer lo mismo con los toreros.
Eso sí, que dirijan su carrera como deseen, que interpreten vivir en torero como quieran, pero que cuando se enfrenten al toro lo respeten y toreen de verdad.

Anónimo dijo...

J.L.:¿Me das tu móvil?
D.U.:No .Que me quedo sin él
J.L.:¿eimmm?


J.L.:Y..¿ cómo dices que se llama eso que haces?
D.U.:Media veróoooooonicaaaaaa..