lunes, 22 de diciembre de 2014

Se torea como se es?


Pues aquí llegan mis sempiternas dudas tras un fin de semana en el que he tenido el gusto de presenciar un mano a mano entre el Maestro Espartaco y Diego Urdiales.  Contó cosas interesantes Juan Antonio Ruiz, tanto en el coloquio como un rato después una vez finalizado el mismo y a mí y creo que a más de uno, me dejó la sensación de sencillez, de brillantez y de inteligencia, cóctel que bien mezclado y debidamente agitado se supone que puede dar lugar a un gran toreo.
Juan Antonio Ruiz  "Espartaco", cuyo sobrenombre en mis años mozos  me mosqueaba un tanto, ya que lo que uno esperaba que saliera al ruedo era un tiarrón de tez morena y gesto rudo, no fue un torero que me gustase demasiado. De hecho, lo que más recuerdo de él es siempre lo mismo: lo feo que les andaba a los toros. Eran unos andares poco toreros y un tanto dubitativos que contrariamente a lo que presagiaban y una vez soltaba la pañosa encandilaban a los públicos hasta tal punto que le colocaron como número uno durante muchos años y le llevaron a torear hasta el último rincón de la geografía española. Evidentemente algún mérito tuvo y mal no lo hizo para estar ahí arriba durante tanto tiempo, si bien en mi juventud me atraía más el toreo "aguerrido" por calificarlo de alguna manera que se pueda entender (todos tenemos nuestras etapas, ¿ o no?).
Pero ese torero que tanto sonríe, no se si por el paso y el poso que deja el tiempo, por la presión soportada durante una década de estrellato, o porque es así de nacimiento, esconde en su mente ideas lúcidas, brillantes, coherentes y reflexiones certeras, tanto como para hacer una excelente pareja con Diego Urdiales, que no se queda atrás narrando cosas diferentes al resto.
Espartaco nos contó que torear todo tipo de encastes y no sólo lo mejor y más elegido, es lo que en su época hizo que el interés y la emoción del público no desapareciera y lo que justificó lleno tras lleno. Nos ilustró sobre lo que supone mandar en el toreo y ya en petit comité, nos contó algo que a la larga será lo que yo recuerde de esa tarde: como se llega al público, no sólo al que acude a una plaza de toros, sino al que va a una charla o a un teatro, es con algo tan sencillo y tan difícil como es la verdad.
Reitero que no esperaba yo que este torero me impresionase tanto porque como ya he dejado escrito su toreo para mí no decía gran cosa, pero como él mismo dijo, a los maestros aunque puedan estar equivocados, que generalmente no lo están, hay que hacerles caso.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si se torea como se es, ¿Cómo son esos toreros que en su vida se cruzan con el toro, torean despegado, por las afueras, con ventaja, y encima les llaman figuras?